¿Es esto una broma?

255 24 7
                                    

Me levanté de golpe causando que sintiese un intenso dolor recorrer mi cuerpo, era como si mil toros me hubiesen pasado por encima. Llevé mis manos hasta las cintas extrañas que se conectaban a mi cuerpo, alcé mi vista examinando la habitación, la cual era completamente blanca y pulcra.

Y fue justo ahí donde todos los recuerdos vinieron como lanzas hacía mí provocándome que entrase en un estado de pánico, mi pecho comenzó a subir y bajar con rapidez al igual que los latidos de mi corazón y justo en ese momento una extraña caja a mi costado comenzó a hacer un desesperante sonido.

Las lágrimas bajaron por mis mejillas observando como un objeto parecido a una espina fina perforaba la piel de mi mano, el cual por una cinta se conectaba a un extraño líquido, le arranqué gritando del dolor y mi sangre salió con apuro, quité de igual forma el extraño objeto que tenía en el dedo provocando que la caja hiciera mucho más ruido. Segundos después un joven hombre entró a la habitación vestido con ropas humanas y encima un extraño ¿abrigo? color blanco.

—Tranquila— dijo acercándose—. Señorita por favor— encogí mis piernas pegando mi abdomen más al respaldo de la cama —No voy a lastimarle, soy doctor lo ve— señaló un extraño collar con un papel que colgaba de su cuello—. Estoy aquí para ayudarla.

— ¡Aléjate! — grité bajando de la cama, grave error, mis piernas cedieron haciéndome caer al suelo—. No. no...

—Por favor debes de tranquilizarte— se acercó extendiendo sus brazos—. O vas a hacerte más daño.

—¡No me toques!

—Solo quiero ayudarte.

Volvió a extender sus brazos tomándome entre ellos para recostarme sobre la extraña cama.

—Yo..., estoy...—observé mis manos temblar—. Estoy en el mundo humano ¿cierto?

—No conozco otro— se encogió de hombros observándome fijamente con sus intensos ojos azules que trajeron a mi mente a Zeus—. ¿Dime, consumes algún tipo de droga? Puedes decírmelo no le diré a la policía.

— ¿Droga? — murmuré buscando inconscientemente con la otra mano el anillo en mi dedo—. No...— le vi con angustia—. Humano ¿dónde está mi anillo? ¡¿Dónde carajos está?!

— ¿Humano? — alzó una de sus cejas—. Debes de tener alguna contusión.

— ¡Mi maldito anillo! — grité asustándole—. ¿Dónde está?

—Claro, claro, tranquila— dijo buscando sobre una pequeña mesa—. Las enfermeras han dejado tus cosas aquí ¿es este? — lo alzó y yo asentí con alivio—. Y creo que esto también te pertenece.

Me mostró el broche de mi cabello o mejor dicho el cetro convertido en broche. Se los arrebaté con prisa y mis lágrimas volvieron a precipitarse por mis ojos. Deposité un pequeño beso sobre el anillo para después ponerlo en mi dedo nuevamente.

— ¿Humano que es este lugar? — pregunté acomodando el broche en mi cabello, él me vio extraño—. ¿Cómo llegué aquí?

—Estas en el hospital, creo que te has pasado de copas en la fiesta de disfraces o alguien pudo drogarte, lo que aún no podemos explicar es como llegaste, es como si el mar te hubiese arrojado hacia la orilla según los policías que te han traído —explicó—. Así que puede que esas teorías expliquen porque la policía te ha encontrado inconsciente en la playa.

—Zeus...— tomé mi cabeza tratando de recordar algo más después que caímos al agua y ya no le sintiera a él en mis brazos—. ¿Había alguien más conmigo? — le tomé del abrigo con desesperación—. Contéstame ¿había un hombre conmigo?

Hera: Dioses ascendentes © libro IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora