La ciudad metálica de Tanagura.
La fantástica y grotesca ciudad que nunca dormía estaba cubierta por la oscuridad. La monstruosa metrópolis del sistema solar de Amoi que una vez había sido pobre, ahora intimidaba incluso a la Mancomunidad. Era un lugar que no conocía la diferencia entre el día y la noche, que no descansaba por más de una fracción de segundo y no permitía que nada impredecible aconteciera dentro de sus recintos, como si el abuso del mismísimo tiempo estuviera reservado como la más dulce de las dichas.
Tanagura era exquisita. Era enorme y aun así, gobernada por un funcional esteticismo libre de exceso, su apariencia por sí sola irradiaba un poder abrumador.
Sin embargo, reinando con derecho propio estaba Midas, luchando contra Tanagura en el extremo opuesto de la "belleza". Entre las dos había una brecha demasiado grande para ser zanjada.
A las afueras de Tanagura. Midas Área 3. Parque Mistral. Doce y treinta de la noche.
Kirie esperaba en el interior de una habitación para invitados de primera clase, ubicada en la cima de un grupo de edificios. Por la ventana, las luces de los autos aéreos se colaban como rayos a través de la sombría oscuridad.
—Con que esta es Tanagura —murmuró Kirie—. Qué lugar tan jodidamente grande —estaba impresionado. La interminable expansión de la noche se desplegaba frente a sus ojos—. Hace parecer todos esos neones de Midas un juego de niños. Supongo que no importa cuán alto llegues, siempre habrá alguien mirándote hacia abajo.
En una época y en un lugar distinto, otro mestizo de los barrios bajos había compartido esa misma sensación. Kirie no sabía si aquello constituía un buen o mal augurio.
Estaba en una habitación muy grande rodeado de paredes de marfil y alfombras gruesas. El blanco realzaba el azul oscuro del amoblado, y confería un aire lujoso al espacio. Cada tramo del recinto estaba cubierto por un aura limpia y antiséptica, y un placentero silencio llenaba la habitación.
Aún faltaba algo de tiempo para su cita... pero Kirie había llegado temprano, anticipándose a la llegada de él. Aunque Kirie deseaba tener más contacto, no había forma de lograrlo desde su posición. Las llamadas eran cortantes y solo las hacía el otro. Todo a lo que Kirie podía apegarse era a esas escasas discusiones que bien podían acabarse en cualquier instante.
Ir hasta allí para recibir el tan esperado comunicado dejaba a Kirie con una aireada sensación de exaltación. Un sentimiento de realización brotaba de sus entrañas. Y sin embargo...
En lo que transcurría el tiempo, Kirie se percató inevitablemente de las miserables dimensiones de su propia existencia. Como queriendo apartar la mirada de aquella realidad, soltó un pequeño suspiró. Acostumbrado solamente a las sucias y monótonas calles de la colonia de Ceres, cada imagen que se reflejaba en sus ojos se convertía en algo atractivo.
Este era el lugar al que pertenecía. Kirie era muy consciente de este hecho. Más cuando dirigió su atención a la ventana opuesta, se encontró con la brillante cara de una noche más familiar. La alegre iluminación desvanecía la oscuridad, y el Distrito del Placer se exhibía sin vergüenza, como era lo usual. La tan acostumbrada vulgaridad de Midas seguía siendo una imagen excepcional, su deslumbrante brillantez resistía en su memoria por alguna razón.
A la mierda todo, necesito una buena cerveza.
Kirie entornó los ojos con aire soñador. Era la tercera vez que se paraba frente a las ventanas de aquel rascacielos para contemplar las luces de Midas. El lugar asignado para la reunión era diferente al de antes, pero el centelleante bosque de neón que tenía debajo seguía deslumbrándolo y encantándolo.
ESTÁS LEYENDO
Ai No Kusabi - Vol. 2
Teen Fiction間の楔 Amor de alta alcurnia No tienes permitido usar ropa, privado de libertad y dignidad, humillación hecha por el maestro todos los días. Tres años de ser entrenado indecentemente como una mascota de poder absoluto por Iason. Incluso si Riki regres...