Les tomó veinte minutos caminar desde la Avenida Cuzco hasta la casa de Riki. El sol parecía estarse poniendo inusualmente temprano para la época pues ya había oscurecido cuando regresaron.
—¿De qué querías hablar? —fue la primera pregunta que Riki formuló en lo que entraban a su casa—. Dejémonos de rodeos. Solo ve directo al grano.
Riki quería esclarecer la situación y deshacerse de Katze tan rápido como le fuera posible. Mostrarse brusco era una buena forma de darle a entender el mensaje.
Le ofreció a Katze una silla, pero este no se sentó. En cambio se recargó contra la pared y encendió un cigarrillo.
—Este niño Kirie —dijo Katze al fin—. El de los ojos raros. ¿Lo conoces?
Escuchar el nombre de Kirie hizo que Riki frunciera el ceño inconscientemente. Después de todo ese tiempo, ¿por qué Katze se lo mencionaba? No podía creer que las noticias de los incidentes con Jeeks hubieran llegado incluso a sus oídos, pero entonces quizás era que no se daba cuenta de qué tanto alcance tenían los ojos y oídos de Katze en los barrios bajos. Katze no era el tipo de persona a la que pudieras sorprender desprevenido.
—En lo que sea que esté metido no tiene nada que ver conmigo —dijo Riki, tratando de refutar cualquier suposición. Para él, y para todos los integrantes de Bison, Kirie era una plaga y una maldición. Fueran cuales fueran las intenciones de Katze, asociar a Kirie con el día a día no era una buena forma de comenzar.
—¿De verdad? Pues qué raro porque parece muy obsesionado contigo.
Riki no podía negarlo. Aunque la obsesión de Kirie se debía más bien al protagonismo que esperaba recibir que por Riki en sí. En realidad culpaba a Riki por impedirle ser el centro de atención. Todos los que los conocían lo sabían también. Si Kirie estaba armando escándalo por algo, sin motivo aparente, era para llamar la atención. Era obvio que no se llevaban bien, considerando cuán diferentes eran.
Pero Kirie no era simplemente un mocoso con un gran ego. De haberlo sido, el problema se hubiese solucionado solo, sin complicaciones. Kirie tenía ideas y ambición, y el orgullo para rematar. La suerte le había sonreído y ahora su arrogancia no tenía límites. Había sido un imbécil desde el comienzo, y ahora era peor.
Riki no tenía intenciones de simpatizar con él. Ni tampoco de reaccionar a la forma en que este trataba de echar más leña al fuego de su rivalidad. A Riki no le importaba cuantas veces le echaran en cara con desprecio que no pertenecía ahí.
Pero ahora Kirie se presentaba de una forma menos inofensiva, y esa era una cuestión completamente diferente. Riki quería patearle el trasero tan fuerte como para hacer que no quisiera volver a mostrar su cara de nuevo.
—Ha estado merodeando por el Mercado Rosas, preguntando cosas sobre ti.
Riki no se había dado cuenta de que la intromisión de Kirie había llegado tan lejos. Aparentemente, conducir su auto aéreo por los barrios bajos y pavonearse no era suficiente; Kirie había empezado a meterse en sus asuntos, probablemente en busca de algo sucio.
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Ai No Kusabi - Vol. 2
Teen Fiction間の楔 Amor de alta alcurnia No tienes permitido usar ropa, privado de libertad y dignidad, humillación hecha por el maestro todos los días. Tres años de ser entrenado indecentemente como una mascota de poder absoluto por Iason. Incluso si Riki regres...