un accidente

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Las cosas cambian cuando todos somos partícipes del mismo dolor.


Narrador omnisciente.

   —Contesta, por favor... Necesito oírte —el tono del teléfono solo sonaba, no había respuesta alguna. El rubio se fastidió y decidió volver a su salón de clases.

En el pasillo, se encontró con su más reciente pesadilla: May. 

   —¿Qué haces fuera de tu aula? —dijo con la voz firme que lo caracterizaba, puso sus manos detrás de su espalda y se inclinó ligeramente como si Roger fuera un niño pequeño. 

   —¿No puedo ni siquiera ir al baño? Incluso pareciera que usted busca cualquier pretexto para reprenderme, es estúpido —habló en un tono más grave de lo normal, pues su día no iba bien y su hermana no contestaba las llamadas. 

Brian se quedó sin palabras, sabía que Roger tenía razón en eso. —Bien, regresa a tu salón ahora —pasó del rubio y caminó por el pasillo como si nada. 

Bastardo enfermo —pensó Roger. 

Lo único bueno para ambos es que ya terminaban las clases por ese día, el fin de semana sabría a gloria. Roger fue a su salón y tomó su mochila para después salir de ahí a toda velocidad; le urgía ver a su hermana y saber que estaba bien. 

Cuando dio la vuelta a la manzana, su teléfono vibró y se detuvo después de correr tanto. 

   —¿¡Quién habla!? ¿Clare, eres tú? —exaltado, contestó sin ver el número.

   —¿Señor Taylor? Lamentamos informar que su hermana y sus padres están en el hospital.

Se dejó caer al suelo sobre sus rodillas, sin importarle lo que le pasara al uniforme o si estaba en público. —¿D-dónde están? —su voz estaba rota, al borde del llanto.

   —En el hospital St. Mary's. Venga rápido, su hermana quiere verlo con urgencia.

Colgó. Guardó su teléfono en el bolsillo del pantalón y se levantó sacudiendo sus rodillas ahora sucias por el polvo de la acera, corrió como si no hubiera un mañana hacia el hospital. Estaba algo lejos, pero su pensamiento era que si corría lo suficientemente rápido, tal vez llegaría a tiempo antes de que algo peor pasara. 

Y dicho y hecho, llegó cansado, sudado, sediento y preocupado. Al entrar, vio a una de las enfermeras y preguntó por su hermana y padres; ella le indicó que su pequeña hermana estaba en la habitación 16-C y estaba muy delicada.  

Buscó la habitación y abrió la puerta con sumo cuidado y sin hacer ruido. 

Ahí estaba ella, tan delicada como una flor a punto de marchitarse. Tenía cables conectados y un respirador hacía el trabajo por ella. No quedaban fuerzas en ese cuerpo, solamente suspiros. 

   —C-clare... ¿Me escuchas? Soy Rog, estoy a-aquí para ti —tomó la mano de Clare con cuidado y la puso en su mejilla, de donde salían lágrimas sin control.

Abrió los ojos, ya ni eso podía hacer. Su cara y cuerpo estaban llenos de hematomas, raspones y cortadas. —He-hermano... —acarició la mejilla del rubio con las pocas fuerzas que quedaban—. No c-culpes a mis p-padres, no sabían lo que ha-hacían.

Y ahora el dolor estaba combinado con rabia. 

Maldijo el momento en el que permitió que Clare se subiera a ese maldito auto. Sabía que no debía confiar en ellos, sabía de antemano que a ellos les importaría muy poco la inocente y corta vida de su hermanita. 

❁  scandal ; maylor story [en edición!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora