En la oscuridad, una neblina púrpura se arremolinaba tras los escasos lugares que estaban iluminados. La mayoría tenía una copa en una mano y un cigarrillo en la otra. Se oían las charlas en un bar reconocido y el sonido de las estridentes risas mezclándose con ocasionales exclamaciones violentas.
Guy, Luke, Sid y Norris, la formación original de Bison pasaba el rato en el asiento del fondo, más o menos reservado para ellos, picando de unos cuantos platillos en lo que se acumulaban las botellas.
No era como si nadie nunca hubiese propuesto un encuentro de manera formal. Pero si no había nada urgente en particular a mano, era ahí adonde iban a comer y a divertirse. Aunque lo mejor que podían esperar recibir eran bocadillos, no una comida completa.
La única regla existente era que, cuando comenzaba la fiesta, nadie pasaba lista. Nadie tocaba base con antelación o llamaba para cancelar. Estas eran las normas no escritas que se habían desarrollado desde que Riki había dejado los barrios bajos. Y no cambiaron cuando regresó. Pero esa noche, al igual que las otras, Riki no apareció por ningún lado.
—Como te venía diciendo, ¿a qué se debe este tema de conversación tan repentino?
Si bien la noche no había llegado del todo, Norris se mostraba extrañamente comunicativo.
—Cualquiera podría adivinar exactamente lo que estás pensando —dijo Sid con una mirada de complicidad.
—¿Te refieres a que estoy buscando emparejarme? —Norris se apoderó del vaso y frunció el ceño.
Norris siempre se las arreglaba para estar de buen humor, incluso un poco alcoholizado. Esa noche, sin embargo, la borrachera lo había convertido en un ebrio miserable. La pregunta sobre qué hacer con el resto de su vida era una carga muy pesada para sus hombros: ¿sentaría cabeza con un compañero o serían solamente amigos con derechos?
—¿Las cosas van bien entre tú y Maxi?
—A su manera, supongo.
—¿Besitos y abracitos como siempre? —bromeó Luke, mascando su seco y sintético intento de filete.
—Casi no —dijo Norris, frunciendo los labios con amargura. No preguntes cosas estúpidas, quería decir.
—Obviamente debe ser Maxi.
—Olvida todo el rollo de los besitos y los abrazitos. Siempre es '¡ya cállate y trae tu culo hasta aquí!'
Todo lo que sus antiguos compañeros de Bison sabían era que Norris manipulaba y seducía, siempre a la caza de cualquier cosa que se topara en su camino. Pero era, de hecho, meticulosamente selectivo con respecto a sus compañeros de cama, y el enfoque de su vida sexual estaba puesto actualmente en un violento, rudo y peligroso hombre diez años mayor que él. Cuando aquello se supo, todos quedaron igualmente sorprendidos, aunque cada quien a su manera.
—¿Desde cuándo se volvió Norris un jodido mandilón?
—¿Quién iba a decir que sus gustos se inclinarían en esa dirección?
—Huh. El tipo debe estar haciendo lo suyo también.
A pesar de ser uno más de la pandilla, no inquirían demasiado en la vida amorosa de Norris. Era indigno de ellos. El hecho de que Maxi fuera un tipo intimidante acarreando su parte justa de cicatrices de batalla era la única cosa que hacía mella en el trasfondo.
Pese a tratarse de un romance reciente, Norris no dudaba en llamar necesaria a la relación. No podía vivir con ella ni sin ella.
Maxi trabajaba como chatarrero, era intimidante y peligroso. Podía destruir lo que fuera, incluyendo las posesiones con las que una persona no se hubiera hecho legalmente. Considerando que recibía un montón de solicitudes que no eran del rebusque, sus instintos inconscientes le indicaban que sospechara lo peor. Era el tipo de hombre que no tenía tiempo de jugar en el campo, y en cambio, se mantenía atrincherado en su lugar de trabajo con algo en qué mantener las manos ocupadas.
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Ai No Kusabi - Vol. 3
Teen Fiction間の楔 Amor de alta alcurnia Riki abandonó su libertad por solo un año y decidió volver a ser la mascota de Iason. Pero lo único que lamento es un surco invisible con su mejor amigo Guy. El tipo que está celoso de la marca del beso que permanece en el...