Capítulo 2

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Midas. Área 9. Ceres.

Extremo occidental de Ceres.

Los tenues rayos solares se colaban por las grietas entre las nubes voladizas, bañando Guardián en una luz blanca y pura. El aire andrajoso y venenoso de la Colonia no llegaba a traspasar más allá de las paredes anodinas que encerraban la institución. Era la única flor de loto brotando del fango de Ceres. Inocente. Orgullosa. Brillante.

Pero enteramente repulsivo para aquellos que conocían la verdadera naturaleza de la tierra más sagrada de Ceres.


Kirie llegó ese día a Guardián en su lustroso e inmaculado auto aéreo. No era la primera vez que visitaba el centro de crianza. De hecho, había ido muchas veces durante los últimos dos meses. El guardia de seguridad en la puerta delantera lo reconoció de inmediato, y Kirie incluso se detuvo a conversar con él por unos cuantos minutos.

Pero eso no significaba que pudiera saltarse el protocolo exigido para obtener un pase de visitante. Ni siquiera un graduado de Guardián conseguía pasar la puerta sin una cita. Nadie simplemente aparecía de la nada para saludar.

"Educando la mente y alma de los niños". Era el lema del centro de crianza. Kirie había cambiado aquellos recintos por los barrios bajos, hacía cinco años. Hacía dos meses, la verdad sobre ese lugar había empezado a resultarle clara.


Se había quedado atónito.

Solo aparecerse por el puro capricho de husmear en sus viejos lares requería hacer las cosas según dictaba las reglas y arreglar una cita como tal. Inadvertido de ello, a Kirie lo habían hecho devolverse en la puerta principal. Se mostró muy sorprendido frente al guardia.

—Vine hasta aquí. Solo déjame echar un vistazo rápido...

—No.

—Oh, vamos, no seas así...

—No.

—Entonces, ¿qué te parece si llamas a la hermana Anna por mí...?

—¡No!

No importó cuán humildemente suplicó, o cuán arrogantemente protestó, el guardia de seguridad le denegó el paso. —Solo sigo órdenes —insistió el guardia con brusquedad una y otra vez. Luego de un rato, Kirie se rindió por las malas.

Cielos, ¿quién demonios crees que eres? Pensaba mientras fruncía el ceño inconscientemente. Quería mostrarle a la que una vez había sido su colaboradora madre de bloque y hermana, el hombre en que se había convertido durante los últimos cinco años. Su ánimo decayó un poco. ¿Por qué un maldito centro de crianza de los barrios bajos está tan resguardado?

Su humor optimista había recibido un baldado de agua fría. Y eso lo hacía enfadar. Pero no iba a rendirse.

Maldita sea, voy a entrar sin importar cómo. Si lo único que el hombre atendía eran las "órdenes", entonces Kirie iba a seguir las condenadas "órdenes". Voy a sacar una cita.

Primero, se compró un Smartphone e ingresó al sitio de Guardián en la red y llenó todos los formatos para concretar una cita oficial. Por supuesto debió dar una razón para dicha cita, y su número de identificación personal era indispensable. Pero también se vio obligado a proveer su certificado de adultez.

¿Qué mierda es eso?

Fue entonces que Kirie recordó la tarjeta que le habían expedido cuando había dejado Guardián. "Certificado de adultez". En pocas palabras, era la prueba de que había completado los cursos educativos requeridos de Guardián, tenía trece años y se había convertido en un "adulto con buena reputación".

Ai No Kusabi - Vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora