Capítulo 9

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Estaba fresco y oscuro. No había nadie cerca. Era todo tranquilidad salvo por los ocasionales montacargas automáticos que pasaban haciendo su recorrido rutinario. Nada más perturbaba la extraña quietud que envolvía la atmósfera como una frazada.

El pasadizo tenía aproximadamente tres metros de ancho. Diez metros más adelante había una intersección, después de la cual los corredores formaban un laberinto.

De derecha a izquierda era lo mismo. ¿Dónde estaban? ¿Cuánto más tendrían que continuar, y en qué dirección? Se preguntaba Kirie.

Cada tanto aparecían puertas y portones en las paredes del pasadizo. Pero ninguna tenía pomo, picaporte, panel de seguridad o cerradura.

De no haber habido una guía con colores pintada en el suelo, estaría desorientado también. Y no tenía ni idea de a donde lo llevaban esas líneas de colores. No había señalización ni direcciones. Continuó caminando por el laberinto, sin poder ver el final.

¿Cuánto más tendré que soportar esto?

Frustrado y harto, Kirie se detuvo. Dejó salir un suspiro y se volvió para mirar a Manon. Pero lo único que hizo este fue negar con la cabeza, dándose a entender sin hablar, su cara lucía más plácida que de costumbre.

¿Y cuál es el supuesto plan? La queja casi se le escapa a Kirie en voz alta, pero se contuvo. ¿Estamos en el lugar correcto?

Kirie estaba a punto de preguntar aquello por pura irritación. Sin embargo, hacerlo solo agitaría la encarnación de orgullo inquebrantable que era Manon. Y eso era lo último que Kirie deseaba.

No era fácil esperar cuando sentía que la suerte se le iba de las manos. Errar en sus cálculos implicaba perder su chance para siempre.

Habiendo llegado tan lejos, Kirie no necesitaba besar los pies de Manon más de lo necesario. Pero aun debía ser cuidadoso con sus conexiones. Cuando la venta de Guy a Iason le había representado ganar diez mil kario a cambio, Kirie estaba seguro de que el destino estaba sonriéndole. Pero la gran oportunidad que había estado esperando nunca se materializó. A pesar de sus bien elaborados planes e intenciones, un fallo seguía siendo un fallo. Darse cuenta de ello era un golpe bajo en su autoestima.

Una élite de Tanagura y un mestizo de los barrios bajos, aunque resultara una locura desde el comienzo, la posibilidad solo hizo que Kirie se dejara llevar por su visión ingenua y desinformada del mundo.

Kirie solo se había encontrado cara a cara con Iason tres veces. Encuentros que terminaron tan pronto como pudo imaginarlos. Pero aunque no contaran con mucho tiempo para embeberse en una útil conversación, Iason nunca había mostrado su superioridad ante Kirie. Naturalmente, a pesar de ello, Kirie no podía evitar sentir la presión de estar en presencia de un Blondie de Tanagura.

Pero no se permitió caer en un pozo depresivo de desprecio hacia su persona. Su deseo de salir de los barrios bajos era demasiado enorme para eso. Lo llamaban basura mestiza inservible, pero de contar con tan solo una oportunidad, dejaría atrás esa parte negra de su historia.

Suerte, tiempo, y alguien que pudiese darle ese empujón que Kirie necesitaba. Solo con eso, se convertiría en alguien grande, fuera o no un mestizo. Poco a poco lo iba logrando, se aferraba al éxito con todas sus fuerzas. Se tomaba el tiempo y el esfuerzo. Había vertido el dinero y ahora sostenía la carta triunfal de Guardián, Manon, entre sus dedos. Nadie se lo había dado. Kirie había sacado el joker de la baraja por sí mismo. Había llegado tan lejos... no había vuelta atrás. Arrepentirse no estaba entre sus planes.

Los dos siguieron la línea azul hasta que llegaron a un punto donde el pasillo se dividía en tres. Tenían una decisión más por tomar: la línea naranja de la derecha, la verde de la izquierda o la azul del centro.

Ai No Kusabi - Vol. 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora