3. Shower

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Una tormenta se desataba afuera, el agua golpeaba bruscamente contra la ventana, y los truenos resonaban fuertemente entre los edificios.

La noche apenas comenzaba, y a los inquilinos de aquel departamento no les importaba el clima externo. Aquel omega azabache descansaba plácidamente en al sofá de la sala. Con una pierna elevada sobre el respaldo, un brazo sobre su rostro y algunos cuantos ronquidos escapando de sus labios. Lance lograba escucharlo desde la otra habitación, con las puertas cerradas. El castaño estaba sorprendido por la fuerza de sus pulmones, normalmente Keith apenas podía respirar, constantemente le faltaba el aire, y sus respiraciones tendían a ser muy lentas y pausadas. Después de todo, el embarazo había provocado que sus pulmones se contrajeran contra sus órganos, por la inmensidad del tamaño de su viente, dificultándole esa simple acción; obligándolo muchas veces, a permanecer en reposo, y evitar los largos traslados, para recuperar el aliento. Era claro que no era la misma historia cuando dormía. Su cuerpo se encargaba de mantener a su corazón respirando, lo cual requería el constante bombeo de oxigeno a su organismo. ¿Y si sus pulmones no lograban respirar como antes? Bueno, la respuesta era fácil, respirar más largas y fuertes; o al menos era lo que su cuerpo inconscientemente hacía, ocasionando esos horribles ronquidos que no dejaban a Lance dormir por las noches.

Desde el embarazo, Keith dormía como un oso. Enredaba su cuerpo contra el de su alfa, y no lo soltaba, como si fuera una almohada. Roncaba, y no había poder humano que lo hiciera despertarse de buenas. Salvo la comida, claro estaba. Ni si quiera la tormenta era rival, para perturbar las siestas del pobre omega, que sin querer hacerlo a propósito, caía rendido en cualquier espacio que pudiera.

Lance salió del sanitario, y se encaminó hasta el sofá donde descansaba su pequeña bestia, digo omega.

-amor...-. le susurró con cariño. -bombón, el baño está listo-. continuó haciéndole caricias, esperando una respuesta.

Uno de los ronquidos fue interrumpido por un largo y pesado suspiro. Posteriormente, Keith se revolvió incomodo, antes de abrir los ojos con pereza.

-¿mmh?-. intentó vanamente entrar a su estado de conciencia.

-el baño de burbujas...-. explicó. -ya está listo amor...-. le besó la frente con ternura.

-hnmm-. gimió en forma de quejido al levantarse.

En algunos movimientos lentos, Keith logró incorporarse con ayuda, y ambos caminaron hasta el sanitario. La espalda del omega lo estaba matando, pero su ginecóloga, había recomendado esos baños de burbujas, para ayudarlo a liberar la tensión de su cuerpo, y aliviar esos terribles dolores dorsales.

Las luces de las velas iluminaban la habitación, y los pétalos de rosas estaban esparcidos entre el suelo, y el agua.

-¿Lance...?

-¿si amor?-. respondió coqueto el alfa.

-¿qué es todo esto?

-bueno, la tormenta cortó la electricidad, y una vez prendí la velas, me pareció un lindo detalle traer los restos de las flores que querías tirar.

-estaban secas...

-pero son preciosas-. le besó la parte trasera del cuello, cuando lo ayudó a despojarse de la ropa. -ahora métete, el agua sigue caliente.

-Pero todo el cuarto apesta a vainilla, y a caramelo

-son las velas, vamos entra-. lo alentó, con cariño, tomándolo de las manos, mientras se introducía a la tina de baño. Lance se percató de cuidar cara uno de sus movimientos, no quería que Keith resbalara, pero el azabache seguía demasiado adormilado, sus movimientos eran torpes y bruscos... aunque siendo sincero, así tendían a ser siempre.

Lentamente, Kogane logró sentarse, sintiendo el agua elevarse ante su peso, cubriendo la gran parte del volumen de su cuerpo. Su estomago, por otro lago, se encontraba tan hinchado, que resaltaba sobre el agua, dejando al descubierto, parte de su expuesto y voluptuoso estomago.

Lance le volvió a besar la frente, le dio "play" a la lista de musica relajante, favorita de Keith, y se levantó; estaba listo para retirarse, cuando sintió el agarre de la mano de su omega. Keith no lo veía a los ojos, tenía vergüenza, pero quería algo, lo sabía, lo sentía. Lance se inclinó a su lado, y ladeando la cabeza, intentó encontrarse con sus ojos.

Keith desvió la mirada cuando sus mejillas se coloraron. No quería que Lance lo mirara, no le gustaba su cuerpo, más sin embargo, tampoco quería permanecer solo.

-quédate conmigo-. susurró más como una súplica que como una petición.

¿Cómo podía decirle que no a eso?

McClain se iba a sentar en el suelo, cuando Kogane se hundió más en la tina.

-Aquí adentro...-. dijo bajito, refiriéndose al agua.

Fue entonces que se comenzó a quitarse la ropa. Lance no lo dudó dos veces, y se adentró a la bañera con su omega. No tenía que preocuparse, la tina era amplia, como para portarlos a ambos y aún así tener espacio. Después de todo, no por nada ese era el lugar de concepción de su cachorro.

Lance se colocó detrás de Keith, y este recargó su espalda contra el pecho del cubano. Estaba mimado, buscaba muestras de afecto, y quería sentirse querido entre los brazos de su alfa.

El agua caliente no hizo más que empeorar su sueño, y sus ojos lentamente se cerraron. No importó su esfuerzo, no logró mantenerse despierto. Lance, por otro lado, logró disfrutar del silencio un momento. 

El agua era mágica, no solo había domado a su omega, sino que le quitaba el dolor de espalda, y sobre todas las cosas: evitaba que roncara. No sabía como funcionaba en realidad, pero él solo gozó de su baño. Del rostro adormilado de su pareja, y de la vista. Lance se tomó su tiempo para admirar el cuerpo de su omega. Durante el baño, y después de este.

El cubano se encargó de ducharlo, secarlo y cambiarlo. Incluso lo llevó a la cama, y lo arropó a su lado. McClain disfrutó cada segundo que duró, logró apreciar más a su omega.

Y es que, Keith no dejaba que Lance viera su cuerpo, en su defensa, el embarazo lo había vuelto horrible, y no quería que su alfa lo presenciara. El castaño, por otra parte, amaba todos esos cambios que habían vuelto tan inseguro a su omega. A Lance no le importaba su peso, o su talla, él lo amaba tal y como era. Incluso, si eso significaba verlo engordar por el embarazo, o soportar esos fastidiosos ronquidos durante las noches. 

Lance estaba enamorado, y no había nada que pudiera cambiarlo.


KINKTOBER [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora