16. DRUNK

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Salir a festejar con sus amigos, fue sin duda alguna, una de las peores ideas. Y una de las mejores también.

Sorprendente-mente, Keith no era de esas personas que tomara demasiado, de hecho, no le gustaba. El asiático se quejaba del extraño sabor amargo, y lo evitaba cuando podía. Pero esa era una ocación especial, y es que Lance cumplía años. 

No podía desperdiciarlo, el castaño estuvo esperando ese día por semanas, para finalmente tener una escusa para lograr que Keith bebiera. No quería admitirlo, pero el cubano, en el fondo, tenía un pequeño fetiche por ver a su novio borracho, y es que Keith era pésimo demostrando sus emociones; pero después de media botella de tequila, el problema era callarlo, y quitarte lo de encima. Kogane no solo se ponía coqueto, se ponía sentimental, romántico, y meloso.

Las pocas y casi nulas ocasiones en las que Lance logró verlo ebrio, fueron más que suficientes para hacer que el latino se enamorara del opuesto. De hecho, así comenzaron a salir.

Pidge había dejado a Keith, en medio de una fiesta. La chica había dicho en su defensa, que ella no era una niñera, y que ahí estaba Lance para cuidarlo. El omega había tomado a Lance del rostro, y con las mejillas sonrojadas le había dicho que le gustaba. Keith tenía las pupilas completamente dilatadas, y le había declarado sus más íntimos sentimientos a aquel alfa de ojos celestes.

Ahora estaban todos sentados en la mesa, de aquel viejo karaoke japones a las afueras de la ciudad que tanto les gustaba. Hunk invitó la primera ronda, y Shiro la segunda. Keith había decidido no tomar demasiado, pero los juegos macabros de McClain no lo dejaron; entre él y Pidge lo planearon: algunas cuantas actividades recreativas, como "Heands Up!" "Flip the cup" "la ruleta" o "Verdad o reto" hicieron que el numero de tragos para Keith incrementaran. Pidge era tremenda jugando, ella nunca perdía, y Lance tampoco. Cuando Kogane le insistió a McClain que se pasara a su equipo, el cubano perdía a propósito para dejar que su omega se emborrachara, excusándose que "era un pésimo jugador" y que en ocasiones anteriores "solo ganaba porque estaba en el equipo de Pidge". Aun que los paladines verde y el celeste sabían las verdaderas intenciones.

Así es, Pidge era la mejor amiga, cuando quería.

Para el octavo shot, Keith ya estaba harto del sabor en sus labios.

Y para el décimo, las cosas le daban vueltas.

Después de un rato, Kogane se recostó sobre la mesa, con la cara recargada en la fría madera, para amortiguar el dolor que sentía. Shiro había salido, para pedir otra orden de nachos, y traer el pastel de cumpleaños. Hunk y Pidge por otro lado, se pusieron a rellenar sus vasos desde el sillón a la esquina de la habitación.

A esas alturas, Keith ya estaba susurrando cosas, perdido en sus pensamientos y en su propia persona. Lance le sonreía desde el sillón con sus amigos, con el teléfono en mano, y una sonrisa en sus labios. 

-Lance... Lance- Lance- -. Había comenzado a decir el muchacho, mientras azotaba sutilmente la mesa con la palma de su mano, entusiasmado y medio adormilado.

Sus ojos pesaban y su aliento apestaba a alcohol, pero su alegria estaba presente, en alguna oscura parte dentro de su ser, pero ahí estaba.

McClain se acercó a la mesa, y se sentó en el suelo, frente a él.

-¿si, gatito?

Keith le frunció el ceño y miró sus manos en el piso, se había avergonzado, o tal vez olvidado lo que iba a decir en primer lugar. Sus mejillas estaban sonrojadas, y había susurrado algo, pero él no había sido capaz de escucharlo.

-¿Keith?-. Lance intentó acercarse, pero Kogane lo abofeteó en el rostro. No había sido su intención, el omega solo estaba entusiasmado, pero no estaba muy seguro de lo que hacía.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2019 ⏰

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