8. Feederism

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Keith nunca se considero como esa clase de persona que después de tener una relación, se dejara ir, y se perdiera a si mismo. Sin embargo, había sucedido, pero él no se había dado cuenta para presenciarlo.

Y no es que lo había hecho a propósito, él también estaba sorprendido. Pero ¿quién iba a culpar lo? Todo había sido culpa de Lance... tan estúpido y perfecto Lance.

El muchacho era una sonrisa andante, y una cara bonita, que no solo te derretía el cuerpo, sino también el alma. El seguro y coqueto chico que era por fuera, se contrastaba con la amabilidad y humildad que portaba por dentro. Había crecido como el mediano en una familia grande, y había aprendido desde joven a compartir y trabajar en equipo. Su aura, se había forjado con gentileza, y le brindaba ese sentimiento de seguridad y proteccion al omega.

Keith estaba enamorado de Lance, incluso despues de pasar años viviendo a su lado, compartiendo cama y departamento, se seguía ruborizando cuando el cubano le lanzaba algun coqueto cumplido. Su corazón no podía dejar de latir con fuerza, y sentía su ser derretirse cuando este lo miraba.

Cuando Keith estaba a su lado, sentía que estaba con su mejor amigo, con su familia. Si, Lance lo hacía sentirse en casa.

Tal vez es por eso que no se dio cuenta, estaba demasiado ocupado sintiendose feliz y relajado, que comenzó a quitarse responsabilidades de la espalda, y por primera vez en su vida, se dejó consentir y mimar un poco.

Lance era bueno en todo, escuchando, aconsejando, bromeando... y consolando. Pero, también tenía otras cualidades. Tal vez no era el mejor conductor del mundo, pero vaya que era un buen hermano mayor; además, era un excelente cocinero.

Keith a penas y podía prepararse un huevo cocido; cuanto intentaba cocinar, la comida se le quemaba, la repostería que hacía sabía salada, e incluso era un peligro preparando jelatina o sirviendo agua, tiraba las garras o derramaba gotas por el suelo. Hasta para las acciones más simples, encontraba una manera de arruinarlas. Pero eran accidentes. Horribles y espantosos accidentes que obligaron al castaño a poner reglas en la cocina:

Numero 1. No dejar a Keith cocinar algo por su cuenta.

Numero 2. No dejar a Keith cocinar algo por su cuenta.

Numero 3. Respetar las primeras 2 reglas.

Y era por eso que Lance siempre -o al menos, la mayoría de las veces- se encargaba de cocinar. La comida de Lance era exquisita, sus platillos buenos y sumamente sazonados; justo igual que sus raíces latinas. Su madre, estaría orgullosa si supiera lo bien que su hijo cocinaba los platillos que ella alguna vez le enseño. Y Keith, no podía estar más que fascinado con eso. No podía evitar decir que no, y simplemente no podía estar feliz si no se servía dos veces. Su paladar era exigente, pero se había hecho un desastre con la cocina de Lance. Su boca se hacía agua cada vez que llegaba a casa, y no podía aguantarse las ganas por robarle un beso en los labios a su alfa. Y Lance... a él le encantaba pasar el tiempo con su omega, y consenrirlo de cualquier manera.

Tal vez era era la razón por la que Keith había subido tanto de peso.

Y ahora que el azabache lo había notado, no podía evitar sentirse más que decepcionado con sigo mismo. Sin apartar la mirada del espejo, comenzó a recorrer su cuerpo. Sus mejillas se habían vuelto suaves y regordetas, el que alguna vez había sido un plano estomago, se había vuelto esponjoso y redondo. Incluso sus caderas y trasero habían adquirido volumen, Y eso no hacía más que inquietarlo.

¿Por qué Lance nunca dijo nada?

Ahora se sentía como un idiota. No se dio cuenta de cuando dejó de ir al gimnasio, o cuanto tiempo pasaba estudiando; se había descuidado, se había dejado ir despues de una relación, justo y como él pensó que jamás haría y ahora no se sentía bien consigo mismo lucía mal.

KINKTOBER [KLANCE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora