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Al día siguiente, me desperté con el primer rayo de sol que entró por mi ventana. Cuando me acordé de todas las cosas que habían pasado el día anterior, me tapé con las sábanas, como si así pudiera olvidarme de la vergüenza y dolor que sentía a la vez.

A los pocos segundos escuché a Damon- ¡Voy que matar a ese idiota!- gritó. Se había enterado, si Klaus no se había ido todavía sufriría y, au que hubiese cortado conmigo, yo lo seguía queriendo.

-Hola ¿qué tal estas?- me preguntó Damon y yo saqué mi cara de entre las mantas.

-No muy bien- le respondí.

-Que sepas que en cuanto desayunes, voy a ir a partirle la cara a ese desgraciado- me dijo.

-No pienso desayunar, es más, no pienso salir nunca de aquí, no entra en mis planes sufrir más.

-¿y que piensas hacer? ¿pudrirte ahí?-me preguntó acercándose a la cama.

-La verdad es que me parece buena idea y...- antes de terminar la frase me cogió, me subió en su hombro y me bajó por las escaleras hasta llegar a la cocina.

Me senté en un taburete de la isla de la cocina y mientras Damon me preparaba el desayuno me tapé la cara porque las lágrimas empezaron a brotar por mi rostro, al pensar que yo creía que Klais y yo nos casaríamos y tendríamos una familia, pensar que haría eso mismo con otra me rompía el corazón.
Cuando Damon me vio así, me abrazó por la espalda y yo me di la vuelta para abrazarlo mejor. Eso era lo que necesitaba, tanto las charlas con Stefan como los abrazos dulces de Damon.

-Voy a salir un rato.

-¿A donde?- me preguntó.

-Necesito tomar el aire y aclarar mis ideas, no tardaré mucho, lo prometo- dije y salí.

Empecé a dar un paseo por el bosque, teniendo en cuenta que seguía en pijama, no iría a la ciudad. Me empecé a dar cuenta de que era una estupidez sufrir por Klaus y empecé a sentir mogollón de energía en mi cuerpo.
Empecé a escalar un árbol rama por rama. Damon me hubiese dicho que estaba loca y Caroline directamente me hubiera ignorado.

Desde ahí arriba, todo estaba despejado, limpio y se notaba una brisa espectacular. Todo iba bien hasta que me si cuenta de que no sabía como bajar, era un árbol demasiado alto y me daba miedo caermi y romperme una pierna.

Entre mis sentimientos (Stefan Salvatore y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora