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Stefan era genial y estaba segura de que pasaría dos días estupendos.

-¿qué tienes pensado hacer hoy?- le pregunté mientras desayunamos uno en frente del otro.

-Habia pensado en ir al monte...- me respondió.

-¿Es una broma?

-¿No te gusta el monte?- me preguntó.

-No, igual tu no te cansas, pero yo si- le respondí.

-Venga, lo pasaremos bien.

-Vale...

Me puse unos leggins negros y una camiseta azul corta, más las deportivas. Hacía mucho que no iba a pasear por el monte, la última vez, fue con Caroline y creo que duramos cinco minutos porque le daban asco los bichos...

Empezamos a subir la cuesta e intenté no hacerme la cansada, aunque me sentía explotada por dentro.

-Toma, bebé agua, te sentirás mejor- dijo.

Cuando me giré para coger la botella, me tropecé con algo y me torcí el tobillo, terminando en el suelo. Empecé a sangrar y entonces el miedo entró en mi, a Stefan le costaba mucho resistirse a la sangre.

-Si quieres puedes bajar, ya iré yo más tarde, rodando para no hacerme daño- le dije en bromas y se sentó a mi lado.

-No, es como que mi cuerpo es inmune a ti, aunque sangres no me dan ganas de beber me tu sangre- me respondió.

De repente un silencio enorme inundó el lugar y unas ganas terribles de hacer algo por lo cual me sentiria culpable me llenaron por dentro y sin dudarlo un segundo lo hice, lo besé.

-Lo siento mucho Stefan, desde el día que te besé he sentido ganas de hacerlo otra vez y me retenía, pero ahora no he podido hacerlo. Stefan, llenas un gran hueco en mi- le dije.

-Es que pasa una cosa...- me dijo.

-¿el que?

-Que tu también me gustas. La manera en la ignoraste el dolor que sentías por lo de Klaus, lo buena persona que eres que me has demostrado... todo.

-y... ¿Ahora qué hacemos?- le pregunté.

-Esto no se merece una caminata por el monte ¿nos vamos a casa para que te cure el tobillo?- me preguntó.

-Si, vale- respondí.

Lo abracé y luego cogió en brazos para llevarme hasta el coche.

Era impresionante que sintiese lo mismo por mi, Stefan era tan bueno y tenía un corazón tan grande que veía imposible que algún día llegásemos a ser algo más que amigos. Pero al final la vida era así, daba giros inesperados y aveces cuando más lo necesitabas.

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Entre mis sentimientos (Stefan Salvatore y tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora