Roscoe se sentó en el sofá de su sala; era media noche y él estaba despierto, con un vaso de leche en la mano. No había fáciles los días. Shelsy le rondaba en la cabeza… más que Shelsy, la forma en que había estado planeando decirle lo que sentía. Lo había practicado tantas veces que ya se le olvidaba. Y lo había considerado… había considerado mucho lo que Lorena había dicho. Melanie definitivamente no era tan mala… durante los último tres días ella se sentaba con él en cada clase que tenía, habían charlado sobre cosas que tenían en común; música, situaciones, los profesores que odiaban y a los que admiraban, tareas… si algo sabía de Melanie es que parecía ser la chica perfecta.
Se tomó el vaso de leche apresuradamente sin darse cuenta. Era una costumbre que tenía cuando no podía dormir, su padre también lo hacía. Lorena también estaba vagando por ahí a media noche pero eso era típico de ella.
Pensó que su padre estaba en viaje de negocios hasta que la puerta principal fue abierta con cuidado. Roscoe frunció el ceño pero no se levantó, esperó con los brazos cruzados hasta que el causante del ruido llegara hasta la sala.
—¡Auch! —escuchó una exclamación por parte del intruso—. Joder ¿por qué tenemos estas cosas en la puerta? —Roscoe ya sabía que se trataba de su padre. Lo oyó patear algo y supo luego que se trataba de una de las macetas que Lo tenía junto a la puerta.
Cuando el hombre llegó a la sala alargó la mano para encender la luz y casi brincó del susto cuando encontró a Roscoe sentado en el sofá, con una mirada perspicaz, entrecerrando los ojos. Oliver exclamó—: ¡Maldita sea, Roscoe! —se tocó el pecho y respiró—. ¿Qué estás haciendo ahí sentado, a esta hora de la noche?
—Es viernes… los viernes me desvelo —se encogió de hombros sin cambiar su expresión—. ¿Dónde estabas? —interrogó mirándolo. Traía una chaqueta jeans una camiseta azul con una chaqueta negra… no había estado en el trabajo, eso era seguro.
—En la oficina —dijo mirándose los pies—. Buenas noches —trató de escaparse corriendo hacia las escaleras.
—¡Papá! —Roscoe lo llamó—. Vuelve aquí —ordenó.
Oliver rodó los ojos y volvió a la sala.
—¿Qué pasa?
—Dime la verdad —exigió él.
—¿Qué verdad?
—Dónde estabas realmente.
Oliver se pasó una mano por el pelo y miró hacia la pared detrás del sofá.
—Con Frederick, en el bar ¿de acuerdo? —contestó.
—Ajá —Roscoe asintió—. ¿Frederick es travesti ahora? —interrogó de nuevo con los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Qué? —Oliver levantó la mirada y frunció el ceño— ¡No! ¿Por qué lo dices?
—Porque tienes lápiz labial en el cuello ¿No te habías dado cuenta?
Roscoe levantó una ceja y Oliver rápidamente llevó su mano izquierda hacia su cuello, sobre la marca rojo pasión que figuraba en su cuello con la forma perfecta de unos labios. Se frotó el cuello con la manga de la chaqueta tratando de borrarla.
—Es… es… ¡Soy un hombre adulto ¿de acuerdo?! Tengo cuarenta y cinco jodidos años —Oliver levantó una mano y la agitó—. Puedo hacer lo que yo quiera, cuando yo quiera, con quien yo quiera ¿vale? ¡Esta es mi casa y puedo llegar tarde si me da la gana y con todo el cuerpo cubierto de rojo pasión ¿entendido?!
—Espera a que Lorena se entere —Roscoe soltó una carcajada.
—¡No te atrevas! —lo acusó con un dedo—. Roscoe… por favor.
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Escapando de la popularidad [LVDDLP #2]
Teen FictionRoscoe Rain tiene todo para ser popular: un físico envidiable, un buen auto, dinero, un puesto asegurado en el equipo de futbol, una fila de candidatas al puesto de novia, buenos contactos, un montón de chicos queriendo ser sus amigos y un gran inte...
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