—Entonces ¿has bailado breakdance alguna vez? —le preguntó Scott a Shelsy.
Caminaban por el pasillo que conectaba el espacio de bailes modernos con el de clásicos. Scott le había dicho que quería hablar con ella en privado cuando sus amigos empezaron a hacer chistes acerca de él usando un maillot y medias con calentadores. Shelsy aceptó, solo asintiendo con la cabeza.
—No, la verdad que no —Shelsy se encogió de hombros.
—Ya decía yo que no —Scott le ofreció una sonrisa seductora—. Tienes cara de solo haber practicado ballet en toda tu vida.
Shelsy frunció el ceño; era cierto pero no le agradaba nada dar esa impresión. Se cruzó de brazos mientras seguía caminando y lo miró esbozando una sonrisa astuta. Ciertamente Scott era agradable, hasta donde había hablado con él, pero no podía decirlo del todo, le daba a Shelsy que él era de esos chicos que saben lo que quieren y buscan la manera de obtenerlo; simpáticos, graciosos y astutos. Ella estaba acostumbrada a tres tipos de chicos: Sus hermanos; los molestos e irritantes, Noah; el pesimista y Roscoe; el indiferente.
—¿Alguna vez has practicado ballet? —interrogó ella.
Scott se metió las manos en los bolsillos del pantalón deportivo.
—No, pero creo que puedo manejarlo.
Le sorprendió la facilidad con la que lo dijo: ¿creer? Hace tiempo había aprendido que “creer” no es suficiente, tienes que estar seguro y la única manera de lograrlo es ser perseverante no importa lo que pase. Tal vez él tuviera más potencial de lo que aparentaba pero ella iba a juzgar eso.
—Bien, yo quiero aprender a girar sobre mi cabeza ¿puedes enseñarme eso? —Shelsy se miró los pies; tenía las zapatillas sucias y desgastadas. Scott consiguió eso fantástico, eso significaba que la chica trabajaba duro.
—Haremos una lista de las cosas que quiero enseñarte, al final del día veremos qué es lo que me dejas hacer —se encogió de hombros sin mirarla, como si hablara más para sí mismo que para ella—. Sabes, pienso que deberíamos conocernos mejor, te invito un café o lo que sea que te guste mañana ¿qué haces en la mañana? Digamos de diez a doce
—Voy al instituto.
—No puede ser ¿qué edad tienes?
—Diecisiete.
—Oh, vale, bien —asintió sonriendo de nuevo—. Te ves joven, aunque no tanto. Había supuesto que tenías dieciocho o diecinueve.
—Yo supongo que tienes veinte.
—Tengo diecinueve pero buena suposición, te acercaste —Scott se detuvo cuando llegaron al salón de ballet y por lo tanto ella también, el miró la puerta y levantó una ceja antes volver a la cara de Shelsy—. Entonces ¿Café, té, helado, algodón de azúcar, cerveza? Lo que sea, chica-maillot, yo invito.
Shelsy se echó a reír y negó con la cabeza levantado una mano.
—Me dejarás pagar mi parte ¡Sin excusas! Será una cita de trabajo —Shelsy balanceó sus hombros mirando la pared a su lado para no fijarse en su cara, que básicamente, era perfecta—. Me gusta el café helado. ¿Mañana después del instituto?
—¿A las tres?
—Sí ¿está bien para ti?
—Está perfecto para mí —Scott levantó un puño en el aire, Shelsy lo chocó amistosamente—. ¿Está cerca tu instituto?
—A unas cuadras, Midwood High.
—¿De verdad? ¡Genial! mi hermanito entrará ahí el año que viene —Scott movió su cabeza y sonrió—. Nos mudamos hace dos años, de Kansas a Nueva York, imagínate.
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Escapando de la popularidad [LVDDLP #2]
Teen FictionRoscoe Rain tiene todo para ser popular: un físico envidiable, un buen auto, dinero, un puesto asegurado en el equipo de futbol, una fila de candidatas al puesto de novia, buenos contactos, un montón de chicos queriendo ser sus amigos y un gran inte...
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