Mi Rey (ChenMin)

Capítulo 5

Sus manos temblaban al anudarse la corbata, no podía olvidarse de la sensación en todo su cuerpo, de tener el cuerpo duro de Jongdae encima suyo, vio una faceta de su mejor amigo que era totalmente desconocida para él, ¿Cuándo dejó de ser el niño molesto, con un voz demasiado aguda que lo seguía a todas partes, y se convirtió en un hombre? un hombre al que Minseok quería sentir de nuevo así, se moría porque lo tocará de esa forma, todo se había sentido tan bien. Movió la cabeza rápidamente tratando de disipar esos pensamientos de su mente, no estaba bien que deseara eso, el era del Rey, el tenía que mantener la compostura. Minseok estaba tan azorado de su propio deseo que se trató de convencer a si mismo de que casarse con Irene era lo mejor, ella era una buena persona, seguramente sería buena reina y con el tiempo terminaría enamorándose de ella, y entonces todo pasará.

—Minseok! Te estaba buscando!- Esa voz fuerte y profunda de su padre lo hizo palidecer, sus piernas se sintieron débiles y sintió puro miedo, su padre lo miraba a los ojos y Minseok se sentía pequeñito, se sentía un niño listo para recibir una paliza por portarse mal, bajo la mirada porque sentía que si lo miraba demasiado tiempo a los ojos iba a ver dentro de él y se iba a dar cuenta de lo que hizo.

—Sucedió algo?- pregunto con una vocecita débil, sentía culpa y miedo y todo se representaba físicamente en la imponente figura que tenía frente a él.

—Hoy vas a salir con Irene, no has tenido una conversación a solas con ella nunca, es mejor que se conozcan y traten de entenderse, la boda está cerca…….además noté que es un poco…..revoltosa, me refiero a que tiene ideas extrañas en esa cabecita, lo mejor será que le hagas entender que tú eres su esposo, las princesitas tienden a ser mimadas y caprichosas, por eso debes tener mano dura con ella y enseñarle a obedecer.- decía su padre dándole palmadas en su espalda y Minseok comenzo sudar frío, los recuerdos llegaban a su cabeza sin descanso, “princesa caprichosa” esa era la forma en la que su padre llamaba a su mamá cuando ésta no le obedecía en algo, o lo hacía quedar mal frente a otros aristócratas, luego se quitaba el cinturón y la golpeaba con este, era cuidadoso con no tocar su rostro para no dejar marca, porque sabía que el Rey sería capaz de matarlo sí se enterará de que golpeaba a su hija, así se le enseñaba a obedecer a su esposa, golpeándola, para que dejará de ser revoltosa, su padre estaba usando las mismas palabras que Minseok escucho tantas veces cuando era niño y se escondía detrás de las cortinas porque tenía miedo y no quería que su padre también lo golpeara a él. Otro niño, un niño como Jongdae, hubiera saltado encima de cualquiera que se atreviera a tocar a su madre, pero el era un cobarde, solo sollozaba en silencio para no llamar la atención, porque era cobarde, seguía siendo un cobarde.

—Esta bien, me prepararé en la tarde para salir con Irene.- fue todo lo que dijo y se fue rápidamente porque tenía ganas de vomitar, quería olvidar todas esas cosas pero simplemente no podía.

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Era un día agradable, había sol pero no había ni mucho calor ni mucho frío, estaban caminado uno al lado del otro, y el clima era agradable pero el silencio no lo era. Irene caminaba dificultosamente por el vestido que llevaba y a Minseok la corbata le apretaba demasiado, y por más que la aflojaba no dejaba de sentirse asfixiado. Los plebeyos que los encontraban se inclinaban ante el y no se atrevían a levantar la cara ni por curiosidad, y probablemente lo más incómodo era tener la mirada de Jongdae clavada en la espalda, casi la podía sentir físicamente, no había dicho nada sobre la noche anterior y lo agradecía pero no solucionar ese acontecimiento hacía todo mas incómodo.

Minseok harto del silencio comenzó a explicarle a Irene cómo se llamaban las calles, los lugares del reino, quería hablar de algo porque el silencio solo lo hacía más consiente de que Jongdae estaba a unos pasos tras el y sin poder evitarlo recordaba el calor que sentía por donde sus manos tocaban.