Era un día como otro cualquiera en la oficina, el negocio estaba bajo así que simplemente estaba arreglando el papeleo del último caso. Para aquel que todavía no se haya dado cuenta soy detective, y trabajo para casos privados, de los cuales había resuelto todos. Sí, soy uno de los mejores en lo que hago, pero solo me interesa que la gente pueda descubrir todo lo que ha pasado con aquellos que han desaparecido o no están ya con nosotros. Bueno, tras acabar de firmar un par de papeles, alguien llamó a la puerta. Al abrirse la puerta, vi un hombre alto y fornido, que llevaba una gabardina verde oscuro y un sombrero de ala ancha, que ocultaban gran parte de su cuerpo. Lo único en lo que me fije, era en sus ojos, uno color verde, y otro naranja. No lo presté mayor atención a su aspecto, un error que me arrepiento ahora mismo. También, me llamó la atención un símbolo en la gabardina, este que he dibujado.
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El hombre tenía un caso para mí, se trataba de un supuesto suicidio. Se le veía muy sereno, así que supuse que no era un amigo directo del fallecido. Nos dispusimos a ir al lugar del crimen, dónde uno de los casos más importantes de mi carrera tendría lugar.
