Capítulo 22.

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Narra Jesus.

Elyas me llamó en la madrugada, y si bien estaba dispuesto a gritarle por despertarme de mi suello de belleza, cuando escuché su voz, entendí que el chico no estaba bien y me necesitaba, así que mientras pude actúe de forma prudente para irme directamente hacía su casa.

Me puse una camisa azul y un jean suelto de color blanco, cogí los primeros tennis que observé en mi habitación y salí lo más rápido que pude.

...

Llegué a su casa en un aproximado de 20 minutos.
A ver, para ir a pie, no me fue nada mal.
Pero.
Tenía miedo de entrar a su casa, entrar y darme cuenta de que estaba mal, realmente mal.

Soy malísimo para actuar en esas situaciones.
Quiero decir, exactamente, ¿Cómo se consuela a una persona?
No se abrazar, la comida que le gusta a Elyas de alguna forma que desconozco es muy cara y el dinero por ahora no me sobra, ¿Cómo se supone que puedo volverle feliz?

...

Sin darle más vueltas al asunto, tomé la llave de repuesto que siempre dejaba afuera, sin embargo, a la hora de tocar la cerradura de ésta, noté que estaba abierta, así que sólo dejé las llaves en su sitio y entre con algo de nervios.

-¿Elyas?- Dije tratando de ocultar mi nerviosismo.

Antes de continuar, decidí cerrar la puerta de nuevo, vaya a ser que entré alguien.

Por alguna razón que desconozco toda la casa estaba sumergida en la oscuridad, así qué, busqué el swich de la luz y accioné para que se iluminara el lugar.

Y allí, fue cuando pude observar a Elyas, quien se notaba realmente mal, estaba ahí sentado, solo, sollozando, tenía su ceño fruncido e intentaba secar sus lágrimas con sus manos, pero éstas caían regularmente.

Por inercia, aunque no lo hiciese bien, me lancé a abrazarlo, me partía el corazón verlo de esa forma tan vulnerable...
Sentía impotencia al no saber el por qué le estaba pasando estas cosas y por qué justo ahora.

-Elyas, ¿Donde ésta Vegetta?- Dije con un tono preocupado, con lo cual, como reacción, Elyas agarró con fuerza mi camisa.

Creo.
Creo que metí la pata.
Solo creo.
...

Bien, si, metí la pata.
Pero.
En mi defensa.
¿Qué iba a saber yo?
Anda, tú.

-Jesus... Él... Simplemente se fue, y soy tan inútil, que no puedo saber ni siquiera por qué lo hizo... Ese día estaba ebrio, no lograba identificar ni donde estaba, pero sabía que él estaba allí y con eso me bastaba... Al otro día, tan solo despertar, pude sentir ese vacío de nuevo, ese del que tanto te he hablado... Él... Me había abandonado allí, sin ninguna explicación... ¡No tengo como saber que sucedio, por el solo hecho de que no actuó por la razón!, lo conozco a la perfección, él se había dejado llevar de sus impulsos, pero, ¿Qué impulsos? ¿Qué impulso sería más importante que yo? Y si sueno egoista, ¿Para qué me mimó hasta tal punto en el que me hiciese sentir que no había nada más importante? Entonces, ¿Para qué me pidió ser su pareja? ¿Solo para reemplazar a Guillermo? ¿Quizás el vacío que le provoca Silvia?
¿Soy realmente su primera opción? O ¿Soy sólo un juguete, Jesus?.- Finalizó mientras podía sentir como sus lágrimas caían una tras otra por mi espalda.

¿Quién se enamora primero? [Elygetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora