Dru observaba la arena de la playa y el movimiento de las olas del océano desde lo alto de la azotea del Instituto. La brisa marina besaba su rostro. Aún tenía sal y arena en su cabello. Desató de su muñeca un coletero y recogió su pelo en un moño alto desordenado. No le importó. Se sentó justo al borde del edificio. ¿Cómo iba a controlar esto? No podía decírselo a sus hermanos y mucho menos al Instituto de Nueva York. Pero tenía que hacerlo. Era su deber como cazadora de sombras informar a sus camaradas del peligro que corrían, de la oscuridad que les acechaba a todos en un futuro próximo. Pero... ¿cómo decirlo sin delatar a Ash? No podía decir dónde estaba. No podía revelar su paradero. Si los cazadores de sombras de Nueva York se enteraban de lo que estaban conspirando la versión de Jace de Thule -que ahora se hacía llamar Janus- y la Reina Seelie seguramente le declararían la guerra a las hadas. Y eso conllevaría a... muerte. Mark y Helen eran medio hada, podrían verse afectados. Kieran, ahora Rey Unseelie, podría verse seriamente afectado. Kit y Ash también.
No podía. No podía poner en peligro a sus amigos y familia. Pero... no diciendo lo que sabía ponía en peligro a todo el Mundo de las Sombras. ¿Cómo elegir entre tu familia y el mundo?
Bufó de cansancio y se pasó las manos por la cara. Estaba harta de esta vida. Amaba ser una cazadora de sombras, pero a veces pensaba que tal vez no servía para serlo, a pesar de que Emma, su entrenadora personal y muy pronto cuñada oficial, le decía que estaba más avanzada que ella a su edad y que sería la próxima mejor cazadora de sombras de su generación. Ahora Dru tenía 16 años. No sé cómo podré ser la mejor cazadora de sombras de mi generación con tan solo 16 años, pensó. Es estúpido pensar eso de mí. Cada vez que decía eso delante de Emma, le costaba sesión doble de lanzamiento de cuchillos, para afinar su puntería, o de cualquier otra actividad que se le ocurriese a Emma en ese momento. Dru la maldecía, y Emma reía y le decía que en todo estaba en lo cierto. Y Dru volvía a maldecir.
A veces Jules se pasaba a saludar a su hermana a la sala de entrenamiento. Aunque a veces temía que solo fuera para ver a Emma y no a ella. La forma en que se miraban... ¿Cómo no se habían dado cuenta antes? O... tal vez lo tenían tan interiorizado que consideraban impensable decirlo en voz alta... o siquiera pensarlo.
Escuchó su respiración antes que los pasos. Se levantó rápidamente. Estuvo a punto de caer. No se permitió suspirar de alivio. Su expresión se tornó neutral y su mano salió disparada al cinturón de armas que aún llevaba puesto. Fuera quien fuese... estaba armada.
Sabía que no eran sus hermanos. Tampoco Emma o Aline. O incluso Diana. No. Ellos nunca subían a la azotea. Pero... era Kit.
-Kit, -susurró.
-¿Qué haces aquí arriba sola? -fue lo primero que dijo. Sus manos, dentro de los bolsillos de su pantalón, estaban resguardadas de la fría brisa marina. Vestía una camiseta raída de color azul cielo y un pantalón color caqui. Su cabello estaba desordenado, y algunos mechones rubios le caían por la cara. Dru alzó la barbilla en su dirección y Kit se lo colocó un poco.- ¿Y bien?
-Solo estaba disfrutando de las vistas.
Kit asintió. Dru volvió a sentarse a la orilla de la azotea.
-¿Puedo quedarme contigo? -escuchó preguntar a un dudoso Kit.
Ella le hizo un gesto con la cabeza y le dijo:
-Siéntate aquí.
Kit obedeció.
Pasaron un par de minutos de tenso silencio hasta que por fin Kit Herondale habló.
-¿Quieres... hablar?
Dru frunció los labios, pero no apartó la vista del océano.
-No, -contestó.
Se arrepintió.
Kit volvió a fijar la vista en el océano. Dru observó su perfil. Se sorprendió de las tantas similitudes que encontró con Jace Herondale. Eran idénticos. Solo los diferenciaría por el color de sus ojos y por sus caracteres. Apartó la mirada.
-¿Te puedo contar una cosa? -inquirió Kit mirándola directamente.
Ella no contestó. Siguió observando las oscuras y brillantes aguas del océano.
-Cuando estaba en Devon, oí rumores. Rumores que decían que un arrogante brujo y nigromante estaba hechizando un lago en los Cárpatos. No le di importancia. Hasta que Tessa mencionó que el Escolamántico estaba ahí. En los Cárpatos. Q-Quise... ir. Quise proteger a las personas que estaban entrenando en el Escolamántico. Quise salvarlas... -Una pausa, su voz quebrándose. Dru seguía mirando al océano. Kit apartó la mirada y se mordió el labio con los nervios de punta mientras una risa nerviosa salía de sus labios. Él volvió a dirigir la vista al océano.- Quería salvarlo. Y-yo... y-yo... -sus labios comenzaron a temblar, sus ojos se cristalizaban por momentos-. Yo lo...
-Lo sé. Y puedo apostar a que él lo sabía, -exhaló. El silencio se instaló de nuevo entre ellos hasta que Dru dijo:-. Tú no tuviste la culpa.
Kit tragó con fuerza. Su nuez se agitaba en su garganta. Dru lo miró y Kit vio en esos ojos azules verdosos el vacío. Su mirada estaba hueca y vacía de todo sentimiento humano. No parecía humana. Se estremeció.
-¿Quieres hablar? -repitió Kit.
Dru negó con la cabeza y se levantó. Kit se apresuró a levantarse también. Quería pedirle perdón de nuevo, decirle que... que lo sentía. Pero Dru ya se había ido.
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TSC | One Shots
FanfictionOS (One Shots) -fics- sobre The Shadowhunters Chronicles, saga escrita por Cassandra Clare. Créditos de la ilustración de Clary: Cassandra Jean. Contiene spoilers de los libros publicados hasta la fecha.