Capítulo 1

3.1K 114 81
                                    

Era tarde en la noche ya. Habían transcurrido tres días desde que Kirie entrase al apartamento de Riki para quedarse. La perturbadora revelación desencadenando su respectiva confusión e indignación, seguían acosándole.

Riki había sido arrestado por los Siniestros y llevado a sus cuarteles. Esa había sido la primera señal de que Kirie había hecho algo. Gracias a él, y a algunos giros del destino, tanto él como Bison habían sido forzados a aceptar las horribles consecuencias de sus juegos.

Habían barrido el piso con Riki por una información que no poseía. Había sido torturado por nada hasta que, finalmente, su posición como la mascota de un Blondie había sido revelada. En opinión de Riki, esa había sido la gota que rebosara la copa, un insulto más añadiéndose a su ya supurante herida.

Habiendo sido despojado de todas sus cosas, apenas si había conseguido volver a casa. Fue ahí donde descubrió que la causa de todos sus problemas se había estado ocultando en su armario todo ese tiempo. Riki se sintió el blanco de la broma más ridícula en la historia del universo.

¿Qué mierda? La escena teniendo lugar frente a sus ojos era tan increíble, que casi se olvidó de respirar. Un odio profundo escaldaba su cerebro.

—Ni se te ocurra sentir lastima por él —le advirtió a Guy.

—Es una bomba de tiempo. No podemos simplemente dejarlo por ahí.

—Entonces botaremos su patético trasero devuelta a la calle —había declarado Riki con determinación. Pero una vez la furia se esfumó y los dos se quedaron a solas, no fue capaz de echar a Kirie. Y eso hacía que se sintiera molesto consigo mismo.

Después de eso, Kirie permaneció dentro del armario,hecho un ovillo tembloroso. Pero no porque temiera enfrentarse a Riki y ser presa de sus gritos y su malgenio, o porque temiera que lo sacara de su casa. Era que solo en ese oscuro y pequeño lugar podía definir los límites del mundo y finalmente descansar.

A pesar del hambre, Kirie apenas comía, sobreviviendo a base de agua mineral y unas cuantas migajas. No se debía a la falta de apetito. Más bien era que su cuerpo parecía ser incapaz de tolerar los alimentos. Consumía solo lo mínimo para mantenerse con vida.

Riki no tenía idea de lo que Kirie había tenido que pasar. Fuera lo que fuera, Kirie solo repetía una y otra vez, —No quiero morir —la tenacidad con la que se aferraba a su existencia era feroz.

—Sí, así que amas vivir.

A pesar de la empatía que Riki pudiera sentir por tal sentimiento, al estar frente a la forma demacrada de Kirie, con hasta el más mínimo de sus respiros acosado por las pesadillas, a Riki no podía importarle menos arrastrar a Kirie fuera del armario.

Soy tan fácil de convencer, pensó con los dientes apretados. Era algo de lo que odiaba darse cuenta.

Kirie haría lo que fuera por salir adelante. No había necesidad de disfrazar la verdad con palabras bonitas. El chico usaría y abusaría de lo que fuera que tuviera a la mano, vendería a sus amigos y su consciencia, diría cualquier mentira para conseguir la mano ganadora, besaría el trasero de quien fuera.

—El fin justifica los medios —había declarado mostrándose orgulloso.

Había falsificado su camino por la vida con un orgullo que jamás se había ganado, y con su ego desbordándose por cada uno de sus poros. Ahora era la mera sombra de lo que solía ser, no merecía la simpatía de nadie.

Una brecha profunda e insanable se había abierto entre él y Riki. Debería haber resultado obvio a primera vista, pero ante el amargo final, Kirie también había lanzado su granada verbal para poner la cereza sobre el pastel.

Ai No Kusabi - Vol. 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora