Capítulo 7

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En Eos, había un rito que marcaba a los nuevos pets como miembros de las clases privilegiadas. Una vez que la "corrida" satisfacía la curiosidad de todo el mundo, la jaula alrededor de los pets se quitaba. Pero ningún de ellos sostenía sus pies. Sus cerebros estaban tan empapados con sexo que ninguno podía. Y así era como debía ser.

La condición hipersexualizada de los recién llegados era examinada desde todos los ángulos y proyectada en las pantallas virtuales. Al mismo tiempo, independientemente de su rango o la antigüedad, los pets veteranos para no perder detalle miraban a los recién llegados, que estaban hasta esos momentos retozando atravesados por sus sueños húmedos en estado de vigilia.

Los pets tenían sus propias formas de disfrutar de sí mismos.

Aunque la noche de "entretenimiento" concluía, el bautismo de fuego a los recién llegados estaba lejos de terminar.

Pero entonces Riki, encorvado, lentamente se puso de pie.

El golpeteo de los pies de los pets de repente se detuvo. Riki no había bebido los tragos drogados. Pero a mitad de camino, en la fiesta su actitud había cambiado claramente. Los otros propietarios reflexionaron entre ellos que, como parte de su castigo, el retornado había sido dosificado con un afrodisíaco de acción retardada.

Los pets veteranos no habían estado escuchando atentamente lo que sus propietarios estaban diciendo, pero habían notado, regodeándose de satisfacción, que el mestizo de los barrios bajos había perdido la mirada arrogante en su rostro. Pero entonces también se dieron cuenta de lo peligroso que este mestizo de los tugurios era ahora suelto entre ellos.

Como para trazar una línea clara de demarcación entre él y el resto de los pets, Riki se mantuvo de pie. Respiro profundo y dirigió una mirada aterradora alrededor de la habitación que atravesó a los otros pets como una guadaña. Con torpeza se dirigió hacia la mesa donde estaba Iason sentado.

Como atraído por hilos invisibles, o dejados de lado por la cortante fuerza y el miedo de su presencia, los pets despejaron el camino ante Riki. Se movía con pasos deliberadamente medidos, aunque no a su paso habitual.

Los pets estaban en silencio y obedientemente agachados a los pies de sus amos durante la fiesta pero de repente se habían ido. Los primeros trece Blondies en Eos estaban sentados en la mesa a la que Riki se dirigió. Lejos de acobardarse, Riki miro las caras que encarnaban el poder supremo sin una pizca de temor.

—Estos mestizos de los tugurios son criaturas difíciles —destaco Orphe, medio asombrado.

—Y después de un año y medio —dijo Aisha, igualmente desconcertado—. Cuanto más viejo se pone, más descarado se vuelve.

—Esta extraña bestia continúa actuando contrario a todas las expectativas —dijo Gideon con una sonrisa de medio lado.

Pero la atención de Riki no se centró en nadie más que Iason.

Dijo, con voz gutural, —Apágalo.

Ese débil palpitar todavía latía a través de su espalda.

—¿Qué lo apague? —preguntó Iason. Su imperturbable tono de voz era como uñas rasgando una pizarra. En comparación con la propia falta de compostura de Riki, Iason tenía océanos de sobra.

Los ojos de Riki se estrecharon con peligro. —Dije, apaga esa mierda

Tal orgullo impropio para un pet. Tal lenguaje inexcusable. La visión de un pet, comprometido sobre todo, a una total subordinación, abusando de su amo dejando un alboroto. Era la visión de la naturaleza del mestizo de los barrios bajos tan rumoreada.

Ai No Kusabi - Vol. 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora