CAPÍTULO 7

1.3K 200 43
                                    

Esta mañana Gordi y yo nos levantamos a las siete para salir a correr durante media hora, antes de que tenga que prepararme para ir al bufete. No llevamos ni diez minutos trotando despacio cuando el pobre empieza a resoplar igual que una locomotora de vapor y a sudar como si alguien estuviese lanzándole cubos de agua por encima de la cabeza, pero no se queja ni una sola vez. Él cree que me hace un favor al acompañarme y es tan buenazo que está dispuesto a sufrir lo que sea con tal de ayudarme. Ahora comprendo por qué Fabián lo apreciaba tanto. Ojalá yo hubiese tenido amigos como él cuando era Verónica.

Estoy convencido de que el ejercicio le vendrá muy bien y no sólo para ponerse en forma, también le ayudará a volverse más activo y de ese modo quizá consiga despegarlo del sofá y llevármelo de copas alguna vez. Creo que podría ser interesante experimentar una noche de chicos. Me pregunto si Ruth tendrá alguna amiga para Gordi, así podríamos salir los cuatro. ¡Mierda! ¿En qué narices estoy pensando? Me parece que este cuerpo empieza a andar un poco salido por la falta de sexo. ¡Hombres, siempre pensando en lo mismo!

Lo que tampoco puedo quitarme de la cabeza es el sueño que tuve. Si se trata de un recuerdo real como pienso, eso querría decir que Sandra ya no estaba conmigo cuando morí porque nos peleamos y me dejó solo (perdón, quería decir sola) en el restaurante. Además, las dos estábamos muy borrachas esa noche, por lo que me resulta muy difícil creer que en su estado ella pudiese encerrarme en un trastero y fingir un suicidio para encubrir mi asesinato. A no ser, claro está, que alguien más la estuviese ayudando.

No sé si es por el alcohol o qué, pero no me acuerdo de casi nada de lo que sucedió esa noche, ni siquiera recordaba que habíamos bebido tanto. La discusión que tuvimos podría ser perfectamente una treta de Sandra para que no nos viesen salir juntas del Miramar, y luego podría haberme esperado junto a su cómplice en el aparcamiento del restaurante o en la entrada de mi casa. Pero todo esto no son más que conjeturas porque no tengo ninguna prueba real para confirmar o desmentir mis teorías. Estoy igual que al principio y... ¡Es tan frustrante!

En fin, ahora tengo que ducharme y arreglarme para ir al trabajo. Quizá allí pueda sonsacarle algo más a Ruth. Eso suponiendo que consiga concentrarme durante el tiempo suficiente para dejar de admirarle el escote y prestar atención a lo que dice.

*****

Entro en la recepción del bufete, saludo a Marga, quien me dedica una de esas miradas suyas que me hace sentir como una tarta de chocolate en el escaparate de una pastelería y me dirijo a mi cubículo, donde esperaré impaciente a que todos esos abogados estirados con trajes de Armani vengan a reclamarme sus respectivos cafés capuchinos y fotocopias. Estoy preparándome para pasar otro "emocionante" día en la oficina cuando Ruth se acerca a mí con una sonrisa de bienvenida, y entonces me doy cuenta de que verla me alegra la mañana, ella hace que mi estancia aquí sea un poco más soportable.

—Buenos días, Fabián —me saluda, sin perder esa preciosa sonrisa suya—. Quería decirte que ayer me lo pasé muy bien contigo.

—Yo también. —Trato de mirarla a los ojos.

—¿Qué te parece si la próxima vez quedamos para cenar? —pregunta con una mirada pícara, y yo asiento como un gilipollas.

Soy consciente que lo que hago está mal, muy mal. Ni siquiera sé por dónde empezar a describir lo terriblemente erróneo y retorcido de mi comportamiento. Soy una mujer en el cuerpo de un hombre que empieza a pensar como uno. Me siento atraído por mi antigua secretaria y tonteo con ella sin poder evitarlo. ¡Por dios, si ni siquiera soy capaz de quitar mis ojos de ciertas partes de su anatomía! No me enviaron de vuelta a la tierra para que perdiese el tiempo coqueteando con mujeres. Sólo me quedan cuatro meses para solucionar mis asuntos pendientes y después me iré. Volveré a morir y todas las personas con las que me estoy relacionando sufrirán por mi pérdida, incluida Ruth. Tengo que mantener las distancias con ella por su propio bien.

Asuntos pendientes (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora