CAPÍTULO 29

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Nunca debí involucrar a Ruth en esta locura. Mi intención era que me acercase a la nave y luego se fuese rápidamente, pero una vez en el polígono industrial, ella se negó a dejarme abandonado en este lugar perdido de la mano de Dios y al final ha entrado conmigo. ¡Maldita sea! Ahora también la he puesto a ella en peligro. ¡Soy como una puñetera plaga! Estamos rebuscando entre las cosas que Sandra dejó abandonadas en la oficina. Lamentablemente, todavía no hemos encontrado nada parecido a una pista, y lo que es peor, tampoco hay ningún indicio de que ella regresase aquí después del tiroteo. Lo más seguro es que ya esté muerta. Sé que volvió a la tierra porque su asunto pendiente era salvarme la vida, pero aún así no puedo evitar sentirme culpable porque murió tratando de ayudarme. Frustrado, me apoyo contra el escritorio mientras Ruth continua rebuscando con impaciencia entre los objetos de la estantería.

—¡Es inútil! Lo hemos registrado todo y aquí no hay nada —refunfuña la secretaria—. ¿Estás seguro de que este es el lugar correcto?

—¡Segurísimo! ¿Ya has mirado en los cajones?

—Sí, están vacios —Se encoge de hombros. De repente, me acuerdo de la agenda y del escondite en el que la encontramos. ¡Pues, claro, qué tonto soy! ¿Por qué demonios no lo pensé antes?

—Espera un momento. —Rodeo la mesa.

Uno a uno, voy retirando todos los cajones de su sitio para revisar los huecos, pero por desgracia esta vez no hay absolutamente nada escondido detrás de ellos. Acabo de dar con otro callejón sin salida y... ¡Es tan jodidamente frustrante! Estoy a punto de tirar la toalla cuando Ruth le da la vuelta a uno de los cajones y entonces,encontramos un sobre pegado a su fondo con cinta de carrocero.

—Es que me pareció ver algo cuando lo sacaste —me explica, satisfecha.

Le dedico una sonrisa de agradecimiento. Ruth es la clase de persona que siempre presta mucha atención a los detalles y por eso resulta una magnifica secretaría. Cuando trabajaba para mi, también lo pensaba, pero nunca se lo dije y... ¡Ojalá lo hubiese hecho porque se merecía mis alabanzas con creces! Despego el sobre con mucho cuidado y lo abro. En su interior, hallo una foto antigua y una carta dirigida a mí:

«Mi querida Verónica:

Si estás leyendo esto, quiere decir que yo ya estoy muerta y tú sigues viva, por lo que habré cumplido con éxito la misión que me trajo de vuelta a la tierra. Hay muchas cosas que me gustaría decirte, pero por desgracia se te está acabando el tiempo, así que lo resumiré en una frase que creo que lo sintetiza todo muy bien: tú eres y siempre serás mi mejor amiga, no importa nada de lo que hayamos hecho o dicho. Así que si yo era uno de tus asuntos pendientes, ya puedes tacharme de tu lista porque hace mucho tiempo que te perdoné.

Debes darte prisa porque la vida de tu familia pende de un hilo y sólo tú puedes evitar la tragedia que está a punto de ocurrir. Antes de regresar a la tierra, la anciana me advirtió que no podía contarte nada sobre las personas responsables de tu muerte porque, según ella, debías resolver por ti misma tus propios asuntos pendientes para ganarte así la entrada al cielo, pero como buena abogada que soy, encontré una "laguna legal" porque ella nunca me especificó que no pudiese dejarte algunas pistas para ayudar, así que ahí van las tres últimas piezas del rompecabezas que te faltaban:

Uno, haz memoria... ¿Te acuerdas del último caso que llevabas antes de morir? Piensa por qué cogiste ese caso.

Dos, pregúntate por qué tu padre vendió sus acciones del bufete cuando éste empezaba a dar beneficios.

Y tres, mira la foto atentamente.

¡Ojalá esto te ayude! Y no olvides que te estaré esperando en el otro lado para darte un largo y fuerte abrazo. Con cariño:

Asuntos pendientes (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora