Capítulo 3

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Es Alvin con tan solo una toalla en la cintura.

Diría que acaba de salir de la ducha.
Si lo afirmo, ha salido de un baño.

-Lo siento, no sabía que estabas así- digo, miro para bajo e intento salir.

Pone su mano en mi antebrazo y hace que me gire de nuevo.

-No importa sigue limpiando- dice mirando, penetrantemente a los ojos.

Son verdes, mis favoritos.

-¿Podrías soltarme?- esto se está volviendo incómodo.

-¿Por qué debería de hacerlo? Eres mi sirvienta, me tienes que obedecer- este tío ¿de qué va?

-Eso ahora no me importa lo más mínimo, suéltame, ya- digo muy seria y sin miedo.

Me sigue mirando con una sonrisa picante y a los cinco segundos me suelta.

-¿Dónde vas?- dice cuando ve que estoy saliendo.

-Voy a empezar por otra habitación- digo y me marcho.

¿Por qué no me soltaba? ¿Por qué es tan mal educado? ¿Lo será solo conmigo?
No creo que no, Alex me lo ha advertido, por algo será.

El día transcurre tranquilo, nadie ha venido a comer, Alex y yo nos entendemos mucho y es sobre todo muy simpático. Ya me he instalado, limpiado, la cena lista y todo con la ayuda de Alex.

-Buenas noches- dice la señora Brown que viene con el seño Brown y su hijo Kevin.

-Buenas noches- quiero ser lo más simpática posible.

-Hay lasaña para cenar- dice Alex.

-De acuerdo, subimos y ahora venimos- dicen y se van.

Alex ha preparado una cena exquisita.

Todos bajan y le servimos.

-Elizabeth, en esta casa no os discriminamos, toma asiento y cena con nosotros- dice la señora.

En realidad he tenido mucha suerte de haber entrado a trabajar aquí, son muy amables, o casi todos.

Alguien abre la puerta, es Alvin.

-¿Qué haces en mi silla?- dice el agradable.

-Mmm...lo siento- me levanto para quitarme, pero la señora Brown me detiene.

-Alvin, hay más sillas- dice su madre y le obedece.

Siento una sensación de victoria al ver que me he quedado la silla. Si, ahora que lo pienso suena muy infantil.

Mi mira con cara desafiante y aparto la mirada.

-¿Me puedes pasar el agua?- dice su padre.

Alargo la mano para cojer el jarro lleno de agua, pero Alvin hace lo mismo, nuestras manos se tocan, es tan calida y grande que hace que mi mano ni se vea.

La retiro y es él quien se lo da a su padre.

Ahora es él quien me mira con victoria.

Su maldita sonrisa y sus malditos ojos penetrantes hace que me ponga nerviosa y no lo pueda mirar fijamente, como él lo hace.

Una vez pasa como quince minutos eternos e incómodos, termino de cenar.

-Con permiso- me levanto y llevo mi plato al fregadero. Alex viene detrás.

-Lizy, he pensado que, cuando acabemos podríamos ir a dar una vuelta, quiero enseñarte el barrio- dice Alex.

-No puede- dice Alvin al entrar en la cocina. Ha estado escuchando nuestra conversación, que fuerte.

Amor prohibido [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora