Dinastia: Los Leones Del Desierto...

Maskelemek.(Máscaras)

El Sha se encontró paseando tranquilamente por su harem, las mujeres danzaban, tonteaban y se exhibían algunas contando hermosos poemas, otras recitando los textos sagrados de su amada religión, algunas mas se ofrecían abiertamente ante el desnudas y otras se escondian detrás de velos para que las dudas y el deseos se fusionaran en fascinación y luego unirse al hombre que gobernaba el mundo.

Vinos exquisitos y otras veces comidas deliciosas se le presentaban estaba muy a gusto, hoy se encontraba en uno de los salones, comiendo de las manos de sus esclavas uvas de sus dedos y finos de los, alguna de ellas se convertiría en una de sus concubinas, tal ves una favorita.

Avanzo entre las divinas y hermosas mujeres le complacía  ser el centro de la atención mucho mejor que la guerra donde los enemigos saltaban a la.oportunidad de matarlo pero el no tenía a esos insensatos era un luchador nato, bueno con el arco, experto con la espada, de reflejos rápidos, de pensamiento fino, hombre que saltaba a la acción cuando era necesario, temerario y también justo, un hombre entre hombres y muchas mujeres aquí podrían defender su hombria y hablar maravillas de sus talentos en la cama.

Encontró ahora a una joven insinuante y preciosa y se abalanzo a ella...otra de las afortunadas.

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Alrededor se encontraban los Baltadji, la guardia interna del harem que seguían al Sha a distancia pero que podrían ser requeridos si alguna ves llegara a necesitarse su presencia no era inusual que algunas de las mujeres terminaran peleando entre ellas, soldados  africanos castrados desde niños, todos eran negros y ex-esclavos eran una fuerza de piqueros que servían bajo el mando de Kizlar Agha el "jefe eunuco negro"hombre de ascendencia africana y muy superior  a su contra parte el kapi Agha "el jefe eunuco blanco" que solo controlaba el palacio interior.

El Kizlar Agha tenia control del harem, Dirigía a los Baltadji, controlaba las comidas, las telas, las joyas y el dinero que entraba al harem, el como se repartían los productos que entraban, el a quien servian las costureras, médicos, artesanas, masajistas y la maquinaria del harem, el enviar y sacar mensajes del harem y además controlar los matrimonios de las mujeres del harem que al cumplir   los 17 años y si  no habian  captado el interés del Sha  se  emparejarian con ministros, generales y nobles del Imperio lo que permitía ir sacando a las chicas y dejando espacio para nuevas chicas, además de que ellos controlaban el acceso de las mujeres que estarían dentro  del harem no era raro la cantidad de sobornos y favores que acumulaba este hombre al permitir la entrada de ciertas chicas o mantenerlas un poco tiempo mas del permitido o en caso contrario negar la entrada de algunas o sacarlas antes del tiempo era un poder inmenso el que tenia este hombre.

Hacia 4 años un cargamento de "favorecidas", hijas de ministros, chicas extranjeras de belleza exquisita y talentosas chicas  entraban al Harem, se suponía que las chicas del harem entraban desde los 12 o 13 años, pero estas tenían 15 o 16 años, nuevas chicas que se adaptarían al harem desde cero, no seria raro que todas cometieran errores...menos una.

Asi fue que con un soborno grande para el Kizlar Agha dejo entrar a una chica en particular en este grupo, no era nada en particular y lo permitió se enriquecía y en un futuro cuando cediera su puesto de Kizlar Agha a un eunuco que seria un hombre poderoso en Partía y el descansaría como un terrateniente o comerciante poderoso.

Las " favorecidas" tenían debilidades obvias, estaban desesperadas por volverse en manjares apetitosos, semidesnudas, en poses sugestivas o en otras ofreciendo sus cuerpos para complacer la lujuria del Sha era lo común, se notaba que estas chicas fueron preparadas por sus padres en todos los aspectos menos menos en una cosa, el tratar a hombres, se notaba que habían sido educadas en artes sexuales y sus técnicas mas recónditas pero un error común debían mantener la virginidad de las chicas por lo que eran sobre protegidas con sirvientas y una constante vigilancia femenina, por eso eran tan torpes.