Que alguien me ayude

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Anthony despertó de su largo sueño para encontrarse con una habitación obscura, donde lo único que le daba luz al lugar eran las antorchas y el fuego que emanaba de ellas.

Sus recuerdos regresaron a él, lo último que recordó fue el carruaje y aquel hombre, el miedo volvió a su cuerpo, se levantó de la cama y corrió hasta la salida de aquel lugar. Al salir se encuentra con un gran perro de tres cabezas el cual fijo todo su interés en él, esto hizo que Anthony se asustara más pensando que el perro lo atacaría, así que tomo una roca y se la lanzo, pero por mala suerte está fallo, el perro agito su cola para luego ir tras el objeto lanzado, Anthony suspiro aliviado, no perdió tiempo y miro a su alrededor para buscar una salida de aquel obscuro lugar, pero en su intento de huida una voz gruesa se escuchó, llamando al gran can, y Anthony no sabía que hacer, ni donde esconderse, en cuanto unos pasos se oyeron se quedó paralizado y solo pudo esperar a eso que se acercaba.

Su imaginación voló y le hizo imaginar a un monstruo gigante y de apariencia horrible que iba a matarlo, cerro los ojos esperando su muerte, unos minutos pasaron y los pasos se dejaron de escuchar, una mano se posó en su hombro y su cuerpo se tensó, él se negó a abrir los ojos.

- No temas de mí, que yo no te are daño - lo escucho decir, su voz era gruesa, tan atractiva y seductora.

Anthony dudó de que fuera un monstruo, su voz no se escuchaba como la de uno y su mano que aún estaba en contacto con su cuerpo no se sentía tampoco como uno, así que decidió abrir sus ojos y lo que miro no se comparaba con su imaginación, lo que estaba frente de él, era un hombre fornido de buen cuerpo y musculatura, su pelo era rubio y su rostro era increíblemente guapo, al llegar a sus ojos, estos eran azules, tan azules como el cielo sobre el bosque, cálidos y reconfortantes, los cuales le dieron paz, seguridad y tranquilidad a su alma y ser.

- ¿Quién eres?, ¿dónde estoy?

- Soy Hades, el dios del inframundo y tu futuro esposo, estás en mi reino, estás en casa mi amado. - dijo Hades y acerco una mano para posarla en la mejilla de ese ser tan hermoso y celestial ante sus ojos.

- ¡No, tú me secuestraste! - se exaltó Anthony.

- No hubiera querido hacer las cosas de esta manera, pero tu madre jamás me daría su permiso, ni siquiera de acercarme a ti - explico el dios.

- Mi madre - susurro Anthony - ¡Llévame con ella, te lo exijo!

- Eso no se puede, ahora estás en mi reino y nadie tiene más autorización que yo en este lugar, ni siquiera Zeus, entiende que te amo... - fue interrumpido por Anthony.

- ¡Pero yo no, no te amo, me has alejado de los brazos protectores de mi madre, me trajiste a la fuerza a este lugar, ¿no lo entiendes?, me has quitado a mi madre, a mis plantas y animales, me has quitado lo que amaba, no puedo amarte porque tú me has quitado todo! - Anthony se alejó del contacto de Hades y de sus ojos color miel unas lágrimas salían sin su permiso. Hades se sintió frustrado al no saber cómo acabar con aquel sufrimiento, así que durmió de nuevo a Anthony para dejarlo en la cama y se retiró, necesitaba recompensar todo el sufrimiento que le hizo sentir a su pareja y ya tenía una idea, así que salió en busca de la persona que haría que Tony, su amado no se sintiera tan triste y perdido en un mundo el cual, él no conocía.

Mi amor de 6 mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora