Nuestra unión

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Cuando sus cuerpos entraron en fricción el mundo se vino abajo, cuando sus labios se tocaron por primera vez en aquella fría noche, Tony creyó desfallecer. Sus lenguas danzaban entre chasquidos, sus manos recorrían en caricias disimuladas su suave piel.

La tenue luz de las velas iluminaba dos cuerpos sumergidos en pasión.

Cuando las prendas de ropa quedaron en el olvido y la vergüenza se convirtió en deseo, ya nadie podría detenerlos.

Steve recorría el cuello de Tony con besos húmedos, marcando como propietario la obra de arte que tenía a sus manos.

Bajando al abdomen se encontró con una vista privilegiada ante cualquier simple mortal, el miembro de su amado. Su boca gozó del dulce sabor, chupó y lamió a su antojo deleitándose al instante con sus agudos gemidos.

Quería hacerlo suyo, poseerlo y carajo que ansiaba follar ese culo.

Sus manos se apoderaron de su diminuta cintura, manejando su cuerpo a su antojo.

Fue así como Tony quedo en su regazo, sentándose en su entrepierna comenzó a moverse con lentitud volviendo loco al mayor.

Debía hacerlo ya, o perdería la cabeza.

Dos de sus dedos fueron dirigidos a su boca para así utilizarlos como lubricante, deleitó su vista cuándo el castaño los chupo. Sus mejillas eran adornadas por un rojo intenso, toda su expresión reflejaba sumisión y mierda que eso lo ponía mucho más.

De una cosa estaba seguro, no había persona más excitante que él.

Dirijo los dígitos a su entrada, los sacó y metió de manera rápida y, a decir verdad, un poco brusca.

Hizo tijeras con ellos, dilatando lo suficiente para poder meter de una buena vez su miembro.

Los besos aumentaron al igual que las caricias, sus labios llevaban una sincronización impresionante a pesar de las mordidas que estos se daban.

Y finalmente llegó el momento que tanto ansiaba, lo tomaría después de una larga espera, lo jodería tan duro que vería su nombre entre las estrellas, lo partiría en dos, lo destrozaría y por Dios que era el hombre más feliz de tan solo pensarlo.

Acariciaba sus muslos con firmeza, de a poco subió sus manos hasta su trasero, lo apretó y separó un poco bajándolo de una sola estocada sobre su latente erección.

Gruño cuándo al fin estaba dentro, su mandíbula se tensó y apretó más el agarre en su cintura.

Mientras tanto, su pequeño castaño arañaba su brazo soltando un fuerte gemido contra el hueco de su cuello.

Tony se empezó a mover de una manera deliciosa, tan malditamente buena que su hambre hacia él incrementaba de una forma descomunal.

Hecho su cabeza para atrás cuando aumentó la velocidad

Con un ágil movimiento puso a Anthony debajo de él, enrollo sus piernas en la cintura del rubio y se sujetó fuertemente de su ancha espalda.

Una fuerte estocada llegó, seguida de una tras otra, al igual que los jadeos y gemidos por parte de ambos.

Lo estaba destrozándolo, el vaivén de su cadera era frenético, aunque pareciese imposible aumento su ritmo al dar en su punto dulce.

El sonido de sus pieles chocar era fantástico, combinado con en el chasquido de sus besos y los gritos de placer al pronunciar su nombre.

Un ronco gemido salió de su garganta al sentir su próximo orgasmo.

Sujetó su miembro con una mano dándole más placer. Quería llegar al final con él, quería escucharlo, gritar su nombre, quería que el puto mundo se enterara a quien le pertenecía, quien era el dueño de sus llantos de placer.

Y así mismo Tony se corrió entre sus pechos, apretando sus paredes de forma exquisita, haciéndolo llegar al máximo punto de placer llenándolo por completo con su semilla.

Beso dulcemente sus labios antes de salir de él.

Mi amor de 6 mesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora