Desteñida

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No sabía que la inseguridad se educa tanto como el idioma y que termina siendo un rasgo de personalidad o peor...

Siempre he sido increiblemente insegura, pero ignoraba el hecho de que esa inseguridad la irradiaba en todos los aspectos posibles. Nunca sufrí de acoso escolar (creo), nunca fui un blanco específico y aquí las bromas o el llamado "chalequeo" son tan comunes que nunca consideré que los pequeños chistes sobre mi físico estuvieran haciendo su camino hasta inscrustarse en mi cerebro cual chip programado. Tardé bastante en darme cuenta de que no fui yo quien me enseñé a temerme... a odiarme. Internalicé, en algún punto de mis dieciocho años de vida, el no ser válida; que el hecho de no tener el cuerpo normativo o no ser estéticamente agradable me hacía menos, que eso me hacía perder valor frente a las demás personas... que mi apariencia dificultaba que alguien me quisiera. Y no fue solo un comentario cruel por parte de un familiar, no fue solo una broma entre los niños de la escuela, no fueron los "Que hermosa niña, si cuida más su figura cuando crezca los muchachos se volverán todo un dolor de cabeza para ustedes", no fueron los comentarios de los entrenadores de los gimnasios intentando motivarme: "¿No quieres ser linda? Si te esfuerzas un poco lo serás. Si te rindes ahora seguirás... así" ¿Así? ¿Así cómo?, en fin... No fue un evento traumático específico lo que me creó un complejo; fue la suma de todo lo que me jodió. Fui yo misma también, comparándome con los demás. Nadie nunca me frenó de hacer cualquier cosa con un "No puedes; estas muy gorda". Yo sola terminé de frenar mis pasos, de romperme la cabeza. Yo terminé de condimentar el stigma que aún ahora llevo acuestas.

Al empezar el liceo ya me había lavado el cerebro y me empujé a crear esa capa de piel gruesa y dura sobre mi misma para protegerme de salir lastimada, intenté alejar a los demás desde el primer momento, no quería crearme la expectativa de cultivar un círculo social porque creía tener cero posibilidades de conseguir relacionarme satisfactoriamente con nadie. Y así fue como empecé a lanzarme al abismo por miedo a caerme. Sin embargo, más temprano que tarde, un puñado de personas  consiguió arrastrarse bajo esa armadura y verme. Me permití conocer gente maravillosa y lo eché a perder bastante un par de veces pero aún entonces permanecieron... y eso siempre lo apreciaré.

Me doy cuenta ahora de que esas amistades florecieron porque a pesar de no creer en mi físico no dejé que el miedo y la inseguridad opacaran los rasgos más originales de mi personalidad, a pesar del miedo me expusé sin filtros y ahora puedo ver que las personas aunque difieran contigo referente a mil y un temas, actitudes o posiciones siempre respetarán y apreciarán cuán auténtico y real seas. Yo lo fui, y luego cuando no pude serlo más... lo intenté. Aunque todo pudo haber salido mucho mejor si yo no lo hubiese arruinado monumentalmente; ciertamente pudo haber sido desastroso si yo no lo hubiese sostenido en otras ocasiones. Como siempre: fue una mezcla de todo.

Me di cuenta de que a pesar de esa inseguridad y timidez; soy un ser social. Disfruto verter mi energia vital hacia otros y relacionarme, personal y virtualmente. Amo conocer personas nuevas aquí y al rededor del mundo. Y agradezco todos los que me permitieron explotar esa parte de mi, a pesar de ver sido tantas veces egoísta, ruda y recalcitrante... a pesar de haber tenido tanto miedo y haber tirado tantas cosas por la borda por miedo a hundirme. Si conocieron esa parte de mí también se merecen una disculpa; por recibir mi impacto. Todas las personas que conocí en lo ultimos años coinciden en que suelo ser una persona impactante pero luego de terminar el liceo estaba hastíada de ser yo la que impactara y empecé a buscar quien impactara en mí... y lo conseguí. También conseguí las experiencias... que no fueron todas buenas. Es decir, todas fueron fructíferas, claro. Pero no todos los frutos son dulces al final. Hay experiencias que te revitalizan y armonizan contigo y con el mundo que transcurre alrededor. Pero hay otras además de esas... Otras que no nos vuelven guerrerros valerosos. Hay experiencias que te agotan, experiencias que te queman hasta carbonizarte, hasta que no eres tu mismo. Te conviertes en una versión esquelética de lo que fuiste. Te descompones y te das cuenta de que se lleva mucha menos energia el no existir de lo que lo hace el existir y acabar incinerado.

¿No es asombroso cuando las personas superan nuestras expectativas? Recuerdo amar cuando eso sucedía. Pero ya no. En mi búsqueda de emociones fuertes y de un "verdadero impacto", llegó alguien que fue más allá. Me impactó con la fuerza electrizante de un rayo y causó que mi alma camaleónica entrara en combustión hasta las cenizas. Se creó una versión nueva de mí, casi como un títere que al principio se dirigia hacia el bienestar y desarrollo pero que terminó siendo manejado por cuerdas que no tiraban de él hacia ningún lado. Sin brújulas internas apuntando hacia el norte. Sola en un mar infinito, a la deriva. Profunda y revuelta, sin ton ni son. Sin matices de gris... sola con la magnificencia de mi azul noche desgastándose en tonos ultramarinos, tan salados como el mar muerto.

Desteñida.

Simple ceniza a merced de un viento impío para asimilarlo.

No se pierde la esencia, ella te es inherente sin importar lo que pases y lo que hagas. No importa cuanto trocitos de ti mismo hayas perdido o regalado, no importa cuantos de ellos se hayan vuelto contra ti y ahora se te claven en el tórax cual cristales rotos... tu esencia no se va pero si se transforma.

Cuando eso me pasó encontré un velo cayendo sobre mis ojos y opacando la luz de todas las cosas que brillaban para mí, las que amaba hacer y que sentía daban sentido a quien era . Sentí convertirme en un chiste post-existencialista entre mi yo anterior y en la que me estaba convirtiendo. Me volví una paradoja y mis relaciones se convirtieron en mi caja de Pandora. Dejé que me influenciaran lo suficiente como para traspolar mi inseguridad desde mi cuerpo hasta mi personalidad y creencias. Me reprimí por miedo a secar las nuevas flores en mi jardín, porque el invierno había sido duro, sin embargo había novedades en esta primavera. No me di cuenta del daño que me hacía hasta que fue muy tarde y me hallé en el doloroso puente de Halsey en Colors.

Y así transcurrieron galaxias donde me transformaba en otra cosa cada tanto tiempo, pero nunca en quien fui.

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