A VECES ES MEJOR PENSAR QUE LO QUE VES NO ES LO QUE ES...
PERO SÍ QUE LO ES.
EDU.
— Dani, salimos ya — acabé de echar el humo fuera de casa y cerré la ventana.
— Espera, espera — lo observé frunciendo el ceño mientras escribía rápido en el móvil, a saber que estaba haciendo — Noventa y nueve... Cien — guardó el teléfono en el bolsillo y se puso en pie —. ¡Vamos!
Pasó delante mío y bajamos a nuestro ritmo las escaleras, el coche de Dani estaba aparcado delante de la portería del bloque, como siempre.
— ¿Qué estabas haciendo? — abrí la puerta del coche y me senté en mi sitio.
Dani sonrió sin mirarme y escupió antes de entrar él también.
— Solo estaba petándole el móvil a Alma.
Negué con la cabeza. Nunca entenderé la obsesión que tiene con enviar stickers sin sentido. Hubo una temporada que quien sufría esos ataques era yo, pero pude mantenerlo amenazado con bloquearle o directamente con no comprarle las galletas que devora cada día.
— ¿Sabes ir? — me puse el cinturón y lo miré, no me transmitía mucha seguridad.
— Esas cosas no se olvidan, hermano — me sonrió de lado y arrancó el motor —. Ayer avisé del pedido, iremos rápido.
Subí las cejas y asentí lentamente. A veces se me olvidaba que Dani podía ser responsable. Seguramente se metió en el ordenador de Leyna para pedir lo que íbamos a recoger, porque nosotros no teníamos acceso directo a aquellos contactos.
Sin que Leyna supiera nada, como dijo.
— Aquí estamos — indicó.
Dani fue el primero en salir del coche. Yo lo seguía detrás después de haber cerrado mi puerta. No sé si fue mi sensación, pero notaba que el polígono se había hecho más grande. Caminábamos entre cajas metálicas de transporte con vete a saber tú lo que tenían dentro, dirección al pequeño bloque de casetas de chapa. Allí era donde se manejaba el catarro.
A medida que nos íbamos acercando, dos siluetas se hicieron presentes delante nuestro. Pues últimamente si que se tomaban la seguridad en serio.
— Venimos a recoger un pedido — habló el rubio.
Los seguratas de la puerta principal nos analizaron con la mirada y después de darnos el visto bueno, nos indicaron cada uno con el arma que tenían que podíamos pasar.
Apartamos las tiras de plástico que nos separaban del interior y nos adentramos en el lugar.
— Vaya par de mal educados — Dani miró hacia la entrada con una cara que mezclaba ofensa y enfado —. Ni hola te dice esta gente.
Me reí por la nariz y le di una colleja en la nuca. Seguimos nuestro paso, buscando la oficina a la que veníamos siempre cuando pedíamos algo. Al llegar hasta ella, abrimos la puerta sin avisar de que íbamos a entrar. En la mesa que quedaba en frente nuestro, quien llevaba el tema de las ventas clavó la mirada en nosotros. Una enorme sonrisa se formó en su rostro.
— Anda, pero mira quienes aparecen por aquí — Patch se levantó de su sitio y chocó el puño con cada uno de nosotros —. ¿Qué os trae por estos lares?
Se sentó de nuevo y subió los pies a la mesa, mientras jugaba a rodar un boli entre sus dedos. Si Dani había avisado a alguien de lo que veníamos a hacer allí, estaba claro que a él no fue.
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FREE SOUL ©
Novela JuvenilElla tiene un secreto, él tiene demasiados. Hay un secreto que los une. Pero un secreto malo. sinopsis dentro 🖤