☯ CAPÍTULO 13

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QUIZÁS QUEREMOS SABER MÁS DE LA CUENTA

EDU.

— ¿Solo traes fotos?

Cogí el móvil de Alma y trasteé por el carrete, viendo fotos que seguramente no debería haber visto. Fotos que no eran precisamente a hojas con letras.

— Y un vídeo — habló molesta, quitándome el teléfono bruscamente de las manos.

La miré mientras pasaba el dedo por la pantalla y cuando lo tuvo, antes de mostrar nada me dedicó una mirada de advertencia.

— No empieces con las quejas — me señalaba con el dedo —. Haberte vestido tú de inspector y haber hecho el paripé, a ver como te salías.

No dije nada, me limité a aguantarle la mirada. Ni de coña hubiese hecho esa mierda yo. Alma acabó tendiéndome su móvil un poco orgullosa. Me coloqué bien en mi silla y Dani se acercó a echarle un vistazo a las fotos.

— ¡Seguro que lo hiciste genial! — gritó de golpe Cara.

Levanté la mirada y vi cómo esta se abalanzaba a Alma. Rodé los ojos, no era momento para distraerse con tonterías. Me concentré en las primeras imágenes, todas eran a documentos de identidad. Arrugué un poco la frente e hice zoom a la información escrita en aquellos carnets, ahí no cuadraba nada. Cada carnet pertenecía a una persona distinta, en cambio, siempre se repetía la cara de la misma persona en todos y cada uno de ellos.

Dani se echó para atrás, dejando de ver la pantalla.

— Todas las fotos coinciden, es él — se dirigió directamente a Alma —. ¿Estaba en casa? ¿Fue él quien te abrió la puerta?

Cara se separó de ella y pude ver su cara de alivio. Se apresuró en responder.

— No. Me abrió un chico joven. Era rubio y se llamaba... Iván.

Una parte de mí se relajó al escuchar aquello. Si hubiese sido el hombre de las fotos en los carnets no sé qué podría haber pasado.

Dani, Cara y yo nos miramos cómplices. Alma no estaba entendiendo nuestras reacciones y puso cara de circunstancia.

— ¿Qué pasa?

Cara caminó pasando por su lado acaparando toda la atención del momento hasta llegar a mi sitio.

— Es él — afirmó ella también.

La rubia se arrimó más a mí para ver bien el vídeo al que di play y Alma se sumó al círculo. Separé el móvil para que todos pudiéramos ver la pantalla.

Delante de nuestras narices se mostró lo que parecía ser un documento de compra, de la casa o de algo, pero aquello no era lo más importante. Unos segundos antes de acabarse el vídeo, en el final del documento y en la parte de abajo a la derecha, había algo que sí que lo era.

— ¡Para, para! — comenzó a chillar Dani.

Sin que pudiera hacer nada para evitar aquel acto, me cogió el móvil emocionado de las manos y le dio al pausa, ampliando a un punto de la pantalla. Cuando lo tuvo a punto, nos enseñó su gran descubrimiento y sonrió como si acabara de descubrir América.

— Tenemos al pez gordo — sentenció él orgulloso.

Me acerqué al teléfono para ver la firma y su foto de nuevo de cerca. Leí su nombre en voz alta.

— Emilio Gutiérrez.

***

— ¿Dónde vas? — la voz de Dani sonaba más gruesa que de costumbre.

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