El Sol Que Fue Opacado Por La Luna

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-Ponte esto y no hagas esperar a su majestad

Le ordenó un chico sencillo del cual lo único que podía ver eran sus cabellos de dos tonalidades pues no se había dignado a mirarlo a los ojos en ningún momento.

-¿Qué no van a explicarme que hago aquí? ¡Soy el príncipe de la poderosa Kaijo! ¡No pueden tratarme como a un esclavo!

-Pues dese prisa, príncipe Kise, o mi señor se molestará por su tremenda tardanza- replicó tranquilamente abandonándolo en esa sencilla habitación

¿Cómo había terminado en esa penosa situación?

Lo recordaba vagamente, el inicio al menos.

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Kise Ryota había nacido en una cuna de oro, literalmente, sus padres se habían empecinado en mandar construir una para el nacimiento de su primogénito y cuando al fin estuvo lista, la llenaron de suaves cojines y mantas para el confort de su adorado bebé. De modo que el principito era un niño que desde el principio de su vida había obtenido solo lo mejor de parte de sus dos progenitores, dando como resultado un joven mimado y ligeramente altanero, aunque extrañamente también poseyera un corazón dulce y una inocencia tal que era fácil que los otros niños le jugaran malas pasadas sin que él se diera cuenta en la mayoría de los casos.

Preocupado por ese carácter voluble, su denodado maestro, Kasamatsu Yukio, hombre célebre reconocido por su gran capacidad de liderazgo, se las veía en figurillas cada vez que intentaba meterle en su cabezota un poco de sentido común, fracasando una y otra vez, y resistiendo la tentación de golpearlo cada vez que lo sacaba de quicio.

De más está decir que los estudios no eran su fuerte exactamente

Como todo buen príncipe, el chico de oro había sido debidamente entrenado como guerrero; no había movimiento de espada o táctica de combate que este no pudiera manejar después de haberla visto solo un par de veces, era una especie de don que poseía desde temprana edad y que, a esas alturas de su vida, con 17 años recién cumplidos, lo habían llevado a ser reconocido en ese y otros reinos como un contendiente de cuidado en cualquier lid. Por supuesto que semejante logro no hizo más que incrementar exageradamente su confianza en sí mismo; era guapo, fuerte y talentoso, y para añadir algo, también estaba rodeado de miles de doncellas que se desmayaban a su paso y se desvivían por complacerlo.

¿Qué podía ser mejor que eso?

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-¿Teiko? Nunca había escuchado hablar de ese lugar, sempai- expresó sin ganas mientras se esforzaba por no caer dormido sobre sus libros de estudio

-En la actualidad es un reino pequeño y somos los más cercanos a él, como verás en este mapa antiguo; no tenemos relación diplomática ni comercial con ellos, pero en otro tiempo fuimos aliados cuando los otros reinos nos atacaban sin misericordia

-Y ¿por qué debería interesarme?

-Por el tesoro que podrías encontrar escondido entre sus muros, idiota- espetó el maestro golpeando la mesa para llamar la atención de su pupilo y de paso sacarse las ganas, en serio que quería darle una buena patada –Si consigues casarte con el rey de ese lugar, probarás que estás listo para tomar la corona porque de esa manera acrecentarías el poderío territorial de Kaijo y de paso asentarías cabeza

-No quiero casarme ¿Qué pasará con todas mis admiradoras?

¿Otra vez? No, ahora sí que lo mataba, pero no. . .control Kasamatsu, es el príncipe, es un grandísimo idiota, pero es el príncipe, no puedes molerlo a golpes

El Estilo de Conquista de Kuroko (Kuroko no Basket)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora