Se dice que la lejanía de Rakuzan le daba una ventaja estratégica en tiempos de guerra; esa seguridad sumada a toda la riqueza que poseían, los había convertido en un poderoso rival, uno que ciertamente nunca había conocido la derrota.
Las hojas de los árboles ya se habían teñido de tonos rojos y dorados, otorgándole a los bosques un aire por demás pacífico, el cual contrastaba grandemente con el estado de ánimo de los habitantes del mundo conocido, pues cinco príncipes en total habían sido declarados como desaparecidos y sus familias lloraban pesarosas por tamaña desgracia. Todos ellos eran grandes y poderosos, guerreros bien entrenados y líderes natos, las personas estaban seguras de que soldados como esos podían haber salido airosos de cualquier enfrentamiento o calamidad encontrada en el camino, pero entonces ¿Dónde estaban? ¿Por qué no habían regresado a sus hogares? Los maestros buscaban respuestas, los amigos y pajes se encontraban igual de desconsolados, las sacerdotisas rezaban y una joven general quemaba libros en una enorme hoguera en el patio llevada más por la rabia que por otra cosa, pero algo que todos ellos tenían en común era esa constante sensación de culpa que amenazaba con ahogarlos en cualquier momento por lo que habían causado.
Rakuzan no permanecía ajeno a todo esto, con seguridad no eran capaces de comprender del todo ese dolor, pero estaban enterados y por eso mismo, el rey dio la orden más importante de su vida a su único heredero: encuéntralos.
Akashi Seijuro era muy contrario a lo que un soldado debería ser; era pequeño y delgado en comparación a otros, pero en cada batalla había demostrado a todos sus rivales que no deberían nunca subestimarlo pues sus habilidades físicas iban a la par de los mejores, contaba con una inteligencia privilegiada que lo había convertido en un estratega temido y no podíamos olvidar su arma más poderosa: el legendario ojo del emperador, con el que preveía los movimientos de sus rivales y con el cual también podía llegar a controlarlos a voluntad, de someterlos cuando el momento llegaba.
Los otros príncipes no eran similares a Akashi, pues a diferencia de todos ellos, él joven de mirada heterocromática no aspiraba a convertirse en alguien parecido a su padre, aunque claro, esta era la primera vez en toda su vida en la que estaba de acuerdo con una de sus órdenes, puesto que era de conocimiento público que la guerra se acercaba y él sentía que su incondicional victoria no tendría sentido si no podía enfrentarse frente a frente a sus rivales más poderosos, pero...la verdad no podía ser negada y después de haber estudiado la situación de los cinco reinos con especial cuidado, el pelirrojo príncipe estaba más que convencido de que los personajes que tan desesperadamente buscaban las familias reales, ya habían abandonado este mundo hacía mucho tiempo ¿Cómo era eso posible? Delimitarlo sería un poco más complicado pues todos eran muy diferentes los unos de los otros, pero había un punto en común en todas las desapariciones, una vieja historia que se relataba a los niños en noches donde no parecía haber entretenimiento alguno para ellos, una leyenda que todos tomaban como tal...salvo él. Su más confiable consejero, el hombre que lo había visto nacer y que lo había cuidado con cariño sus primeros años, también le contaba esa historia, al menos hasta que un horrible día el respetable Nijimura-san fue encontrado muerto fuera de los muros del reino. Cierto es que lo extrañaba mucho, en especial en ese momento en que era claro que el pelinegro había tenido toda la razón y que la destruida Teiko tenía todo que ver en ese desastre.
¿Qué podía hacer?
Solo una opción se le ocurría: entrar al maldito castillo de Teiko, recuperar los huesos de los príncipes caídos para tranquilizar a sus familias y desestabilizar los reinos al mismo tiempo, y por supuesto, destruir de una buena vez ese podrido lugar que no tenía ningún valor en el futuro imperio que pensaba construir. De modo que, con la tranquila actitud que lo caracterizaba desde temprana edad, el príncipe heredero se encerró en su estudio hasta avanzada la noche, momento en que mandó llamar al más rápido mensajero del reino entregándole una carta con una sola instrucción de por medio: entregarla en las manos de ese dichoso ángel que gobernaba el mítico reino que debió haber dejado de existir hacía mucho tiempo.
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El Estilo de Conquista de Kuroko (Kuroko no Basket)
FanfictionAU. Época medieval. Todos los reinos quieren ser mas grandes, inician guerras con el único propósito de adquirir tierras y riquezas, ser mas poderosos que los demás; cada quien cree que tiene el mejor método para convertirse en el mas fuerte de todo...