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Todos los días era lo mismo. Llegaba, me miraba, iba a hacer sus necesidades y luego se acostaba, dándome la espalda.

Todos los días lloraba. Lo amaba muchísimo, pero él ya no lo hacía como antes de casarnos.

Las mañanas eran siempre las mismas. Le preparaba un rico desayuno y él se sentaba a comer, sin ningún buenos días o un gracias. Luego de terminar de comer, agarraba sus cosas y repetía la misma oración de siempre. "Nos vemos en la noche." Y se iba, sin despedirse, sin agradecer.

Todas las tardes iba a un parque que se encontraba cerca de casa. De las veinticuatro horas del día, aproximadamente dieciséis estaba sola.

Tenía un mejor amigo llamado Nicholas. Él sabía y me entendía por lo que estaba pasando. Es la única persona en la que puedo confiar, y muchas veces me ha dicho que debía divorciarme e irnos a otro país, pero no podía hacerlo. Amaba muchísimo a Zabdiel como para dejarlo.

Sí, sospechaba que Zabdiel me era infiel, y era por eso mismo que todas las noches lloraba y me dormía.

Ya iban varias noches que llegaba más tarde que los primeros días en que nos casamos.

Él era el único que trabajaba porque simplemente a él no le gustaba que trabaje. Quise hacerlo una vez, conseguir un trabajo para así, poder tener más dinero y arreglar más la casa, pero él se negó. Decía que con su dinero era más que suficiente, y que la casa ya estaba muy bien arreglada, y eso era cierto, pero me sentía una inútil al estar todo el día haciendo nada.

El parque era el único lugar donde me distraía, viendo a los niños jugar, mujeres embarazadas o jugando con sus hijos, y era hermoso ver aquellas escenas.

Zabdiel no quiere tener un hijo aún, ¿y cómo no si me es infiel? Él no me quería, y muchísimo menos un hijo.

Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos, y decidí volver a mi casa al ver que los niños me miraban extrañados.

Cuando llegué, me preparé un café y me senté en un sillón que se encontraba en el balcón de la habitación.

De un día para el otro Zabdiel había cambiado muchísimo. Ya no tenía el mismo afecto y amor de antes. Me hablaba frío y cortante.

Él no sabía, ni tampoco se imaginaba el dolor inmenso que sentía al ver la indiferencia que tenía conmigo.

No sé cuando cambió todo. Quizás cuando conoció a su amante. Quizás cuando nos casamos. Quizás nunca me ha amado.

Me encontraba llorando nuevamente. Repetía una y mil veces que debía dejar de sufrir por él, pero simplemente no podía.



Hey, ¿cómo están? Aquí una nueva novela del Zabdaddy. Espero les guste. Besitos, Verónica. ♡

Zabdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora