9.

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— ¿Qué? — Dije sorprendida.

— Siempre estuve enamorada de ti y tú lo único que hacías era ignorarme. Cuando conociste a Zabdiel estaba totalmente furiosa de que quieras a ese imbécil antes que a mí, y lo mejor que pude hacer fue acostarme con él hasta que te dieras cuenta y que por fin te separaras de él.

— No... no puedo creerlo. — Dije atónita.

— Pues créelo. — Dijo y se acercó rápidamente a mí y se lanzó a mis labios. Cuando reaccioné la alejé de mí rápidamente.

— ¿Estás loca?

— Loca de amor por ti, y lamentablemente no soy la única. — Dijo rodando los ojos.

— ¿Hay alguien más? — Pregunté.

— ¿Además de Zabdiel y de mí? Sí, el imbécil de Nicholas, y claro, él mismo me ayudó a que descubrieras que Zabdiel te fue infiel. Además él me ayudó a seducir y acercarme a Zabdiel.

— No. Nicholas es mi mejor amigo y él no me haría eso.

— ¡Nicholas! ¡Ya puedes entrar! — Gritó y Nicholas entró y se acercó a mí rápidamente y de una forma desesperada me besó. Lo separé enseguida aún estando sorprendida.

— ¿Qué haces? ¡Ya dejen de besarme! — Grité.

— Eres tan atractiva. — Habló Karol.

— Y tan hermosa. — Esta vez habló Nicholas.

Comenzaron a acercarse a mí y Nicholas me levantó hacia mi cama mientras yo lo golpeaba para que me suelte.

— ¿Qué haces? ¡Suéltame! ¡Déjenme en paz! — Grité.

Ellos me esposaron en la cama y comenzaron a quitarse la ropa hasta quedar en ropa interior. Se quedaron mirando un rato y cuando se acercaron comenzaron a besarse y yo intentaba soltarme de las esposas pero no podía. De tanto moverme encontré mi celular que había dejado a un lado de la almohada antes de abrir la puerta. Con mis pies comencé a arrastrarlo más cerca de mí y con mi dedo marqué el número de Zabdiel. Miré hacia Karol y Nicholas y éstos se estaban besando ¿en el piso? Cuando miré el celular Zabdiel estaba con el ceño fruncido al no saber porque estaba atada.

— ¡Ayuda! ¡Alguien que me escuche y venga a mi casa por favor! — Dije llorando y Zabdiel cortó la llamada.

Minutos después Karol y Nicholas se pararon y se miraron con complicidad. Se acercaron cada vez más a mí y me empezaron a quitar mi pantalón que llevaba puesto mientras yo forcejeaba.

Cuando lograron quitarme el pantalón e iban a quitarme la camisa, entró Zabdiel a la habitación y unos policías arrestaron a Carolina y a Nicholas por abuso.

— Mi amor que suerte que te encuentres bien. — Habló Zabdiel quitándome las esposas y yo lo abracé.

— Lo siento mucho, Zab. — Dije llorando en su hombro.

Zabdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora