7.

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Luego de haber pasado tres días le dieron el alta a Zabdiel, y ambos fuimos hacia el auto que ya lo habían arreglado. Yo manejaba y el iba en el asiento del copiloto.
Hablábamos de experiencias y recuerdos del pasado alegremente.
Me siento tan feliz con él. Es una persona tan hermosa, pero también me siento tan tonta al estar hablando y estar cerca de él cuando él no pensó en mí cuando me fue infiel.

— Amor. — Me llamó y yo lo miré. — Haz quedado en la luna.

Luego de unos segundos estando neutra y sin hablar, decidí hacerlo. Estacione el auto frente a la casa de Zabdiel y bajé, al igual que él. Entramos a la casa, totalmente callados y decidí meter la pata.

— Esto está muy mal. No quiero estar aquí. — Dije suspirando y en voz baja, pero Zabdiel igualmente escuchó.

— Pues vete entonces. Dime, ¿así me amas? No te pedí que te aprendieras todos los idiomas ni mucho menos que viajes a todos los países del mundo, sólo te estoy pidiendo que estés conmigo hasta divorciarnos.

— Lo sé pero... — Me interrumpió.

— Pero nada, ya me cansé. Me voy a ir de esta casa y te la dejaré porque te amo mucho y yo me conseguiré cualquier otra y sí, puedes traer a tu noviecito aquí, total y como tú dijiste "lo único que nos une es nuestro matrimonio". Te amo y mucho, y por eso mismo me iré y dejaré que empieces de cero con tu vida, la que yo arruine. Olvídate de mí, olvídate de que fuimos algo, olvídate de todo y sé feliz, y aunque me duela muchísimo me iré, y jamás me verás. — Fue hacia la habitación y empezó a empacar sus cosas. Luego de terminar, bajó y yo me encontraba llorando desconsoladamente y luego lo miré.

— Supongo que es el final.

— Supones bien. — Dijo neutro. Me acerqué y lo besé.

Me duele tanto alejarme de ella, pero yo la destrui, le fui infiel, no cumplí la promesa de ser fiel que le hice en el altar, entonces tenía que dejarla ser feliz con quien ella quisiera estar.

Unos minutos después me encontraba conduciendo hacia algún lugar el cuál no tenía pensado hasta que un hotel apareció frente a mis ojos.

Luego de hablar con la supervisora, me dio la llave de la habitación y entré al ascensor.

Entré a la habitación y suspire. Debía comenzar una nueva vida, aunque me doliera muchísimo estar sin ella debía dejarla ser feliz.

Fui al supermercado y compré cosas necesarias.

— Hola, hermoso. — Dijo una voz femenina. Me giré y la miré con todo el odio que llevaba dentro.

— ¿Qué quieres, Carolina?

— Un pajarito me dijo que la estúpida de tu esposa y tú se han peleado por mí. — Dijo sonriendo.

— Cállate. No vuelvas a hablarme nunca más. Todo se terminó. Fue todo un error. — Dije enojado, pagué y me fui.

Zabdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora