Habían pasado dos días desde que me fui de mi antigua casa. He extrañado muchisimo a Zabdiel. Aún lo sigo amando y mucho, pero no olvidaré lo que me hizo.
Le pedí prestado el auto a Nicholas y fui hacia mi casa, bueno, antigua casa a buscar las pertenencias que me faltaban.
Abrí el portón y pasé. Presione el timbre y alguien abrió la puerta.
— Mi amor. — Dijo con su voz entrecortada y lágrimas en sus ojos. — Volviste.
— Vine a buscar las pertenencias que me quedan aquí y ya no te molestare nunca más. — Le dije con voz firme. Me dolía tratarlo así, pero no quería que piense que me dolía todo esto.
— Ven, pasa.
Pasé y la casa estaba totalmente desordenada. Había envases de distintos tipos de alcohol por el piso.
— ¿Por qué estás bebiendo alcohol? — Pregunté neutra.
— Te extraño y amo muchísimo. Lo siento tanto. No sabía lo que tenía hasta que lo perdí. — Dijo derramando algunas lágrimas.
— No. No es así. Sabías lo que tenías pero pensaste que nunca lo perderías. — Le dije con mis ojos humedecidos.
Zabdiel se acercó a mí y me tomó de la cintura y me acercó más a él. Mis intentos de alejarlo fueron inútiles al sentir sus labios sobre los míos. No quería corresponderle, pero lamentablemente sí lo hice.
Sus labios, gruesos, devorables y deseables me traían loca. Esos mismo labios que besó su amante. Me separé bruscamente.
— No vuelvas a besarme. Entre tú y yo ya no hay nada. Ve a besarte con tu amante. — Solté fríamente.
— Entiende que yo te amo a ti y a nadie más. — Me tomó las mejillas. — Sé que tú estás con el estúpido de Nicholas, pero enserio yo te amo más que él.
— No estoy con Nicholas. Al menos yo, no olvido ni traiciono tan rápido a las personas.
— Ya no sé cómo debo disculparme porque no quieres aceptar las disculpas.
— Nunca te perdonaré esto. Yo te amaba, te amo y te amaré siempre, ¿y cómo me pagaste? Acostándote con otra. — Dije enojada. — Pero lo que ella no hará nunca es amarte. Ella no te amará como lo hice yo. Ella lo único que quiere contigo es sexo. Mientras ella hace sexo contigo, yo hacía el amor.
Saqué sus manos de mis mejillas y subí a mi ex habitación. Lágrimas amenazaron en salir y así lo hicieron. Zabdiel entró a la habitación y rodeó mi cintura con sus brazos.
Caminaba para agarrar algunas cosas y Zabdiel no se despegaba de mí, algo que me hizo sonreír inconscientemente. Luego volví a la realidad. Él lo único que quería era que lo perdoné para que no le quede mal la conciencia, pero luego se iría con su amante nuevamente porque el que te traiciona una vez, se acostumbra a que lo perdones y lo hace dos y tres veces más.
— No llores, por favor. No quiero hacerte sufrir. — Puso su rostro en el hueco de mi cuello.
— Ya lo estás haciendo. — Me giré y lo miré de la forma más sincera que pude. De mis ojos comenzaron a salir más lágrimas. — Pensé que me amabas.
— Te amo y mucho. — Soltó con lágrimas en sus ojos. — Me duele tanto verte así. — Limpió mis lágrimas.
— ¿Por qué me engañaste entonces? Si me amabas tanto no debiste haberlo hecho.
— Ella me buscó, me seducio y fue imposible negarme. No pensé en nada, sólo en mí, y eso fue una de las cosas que hice mal.
— ¿Yo no te seducía? — Pregunté.
— Claro que lo hacías, pero la culpa me carcomía y siempre que te veía me sentía culpable. Aún me sigo sintiendo así. — Dijo llorando. — Sólo quiero volver a lo de antes.
— No. Ahora sufre lo mismo que sufrí y sigo sufriendo. — Dije para luego salir de la casa con las dos maletas.
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Zabdiel.
FanfictionSe dice que el hombre o la mujer es infiel porque su pareja no le da la satisfacción necesaria sea en lo sexual, lo económico, intelectual o social, y en esta novela vamos a ver uno de esos casos.