6.

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Lágrimas salían de mis ojos y se resbalaban por mis mejillas una tras otra mientras manejaba.

Me sentía débil, estaba enfermo y no estaba en mis cinco sentidos.

Un auto venía hacia mí rápidamente. Cuando estábamos lo bastante cerca el conductor me vio y comenzó a tocar la bocina. No podía mover el volante, estaba muy débil y no tenía fuerzas.

El auto chocó contra el mío haciendo que me golpeara brutalmente y quede inconsciente al instante.

Mi celular comenzó a sonar y corrí para agarrarlo pensando que era Zabdiel. Me tenía preocupada porque había salido enojado y además débil porque estaba enfermo. Sentía una muy mala vibra de que lo pudiese haber pasado algo. Tomé el celular en mi mano, contesté poniéndolo en mi oreja del lado derecho.

Xxx.
Hola, buenas tardes, me llamo Berenice y soy del hospital ****. ¿Hablo con Martina Stoessel?

Hola, sí, habla con ella misma. ¿Sucedió algo?

Berenice.
Su esposo Zabdiel De Jesús a sufrido un accidente automovilístico hace, aproximadamente, media hora.

¡¿Qué?! Voy para allá. Gracias por avisar.

Colgué el celular rápidamente y salí corriendo hacia el hospital.

Todo esto es mi culpa. Yo lo dejé irse. Tenía una fuerte punzada en el pecho y las lágrimas salieron como cataratas.

Llegué al hospital y pregunté por Zabdiel. La chica que estaba detrás del escritorio me dio el número de la habitación y corrí hacia allí. Me encontré con el doctor saliendo de esta y me sonrió cuando me vio.

— Tú debes ser la esposa del paciente Zabdiel De Jesús, ¿o me equivoco? — Habló el doctor.

— No, no se equivoca.

— Bueno, mi nombre es Manuel y soy el doctor que se encarga del paciente De Jesús y este se encuentra estable.

— Que suerte. — Dije suspirando. — ¿Puedo pasar a verlo? Por favor.

— Puede pasar pero sólo cinco minutos. — Dicho esto se fue fue.

Caminé hacia la puerta de la habitación donde se encontraba mi esposo y la abrí para luego cerrarla.

Me acerqué a él. Este miraba la ventana con sus ojos humedecidos. Me dolía tanto verlo así.

— Vete. — Soltó fríamente.

— Vine a visitarte. Me preocupe muchísimo por ti. — Dije con lágrimas deslizándose por mis mejillas.

— No me importa. Sólo quiero que te vayas.

— No me iré. Di lo que quieras pero yo te amo y no pienso irme de este maldito hospital hasta que tú salgas sano y salvo. — Hablé y mi esposo me miró.

— Tú no me amas.

— Te amo muchísimo, a pesar de todas las consecuencias te amo como a nadie. — Dije limpiando mis lágrimas.

— Yo te amo, tú no.

— Mi amor, bebé, chiquito, mi rey. — Sonrió y me acerqué a sus labios. — Te amo.

— Si me amas ¿porqué quieres divorciarte de mí?

— ¿Piensas que quiero divorciarme? Obvio que no, pero es lo mejor para los dos. — Le dije.

— ¿Lo mejor para los dos? Sólo es lo mejor para ti.

— Tú me fuiste infiel, y ahora te dejaré el camino libre para irte con aquella estúpida. — Hablé enojada alejándome de él.

— Entiende que te amo, y te lo voy a demostrar si aceptas mi propuesta.

— No lo sé. Es muy difícil para mí. Debo pensarlo.

— No tienes que pensar nada, sólo dime sí o no. — Me dijo mirándome a los ojos fijamente.

— Bueno, acepto. — Dije acercándome a sus labios.

— Te amo, te amo, te amo. — Repitió varias veces y sonreímos para luego besarnos lentamente. Alguien tocó la puerta y nos separamos. Entró y este era el doctor.

— Siento si interrumpi algo, pero señorita, ya debe salir. Sus cinco minutos ya acabaron.

— Oh, sí. Lo siento. — Le dije y le di un corto beso en los labios a mi esposo y luego salí, no antes de que nos dijéramos cuánto nos amábamos.

Zabdiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora