Nathan abrió lentamente los ojos. Notaba los párpados pesados, y la luz que entraba por la ventana de su salón nunca le había parecido tan destructiva como hasta ese día. ― Ooh... ― gimió por lo bajo, tapándose la cara con la mano... una mano que notó extraña. Parpadeó de nuevo, notando... ¿una venda? Se quedó mirando la venda durante varios segundos en silencio. ―... ¿Quién me ha hecho esto...? ― Porque él tenía más que asumido que era incapaz de hacerse una cura tan bien hecha. Carraspeó. Notaba su voz ronca y la boca seca. ― Joder... ― se frotó el cuello, y lo notó... dolorido.
― ¿Pero qué...? ¡UHG! ― Al levantarse del sillón en el que estaba tumbado, la cabeza le dio vueltas, y como un flash, diversas imágenes sin orden y sin sentido pasaron a toda velocidad por su mente. Imágenes que había creído de un sueño, o más bien... de una pesadilla. Una oscura mirada, el dolor, la sangre... el calor que recorrió su cuerpo... el placer... la rabia, la frustración y la humillación. Con esas imágenes, una vorágine de sentimientos inconexos provocó que agitara la cabeza y acabara echado de nuevo en el viejo sofá.
Se sentía extraño, casi febril... pero... ― No es momento para esto... yo... ¿no debería ir a... esa reunión? ― Delante del sillón había una pequeña mesa, con algunas botellas de cerveza acabadas y... ahí estaba, su móvil. Lo cogió, arrastrándose como una oruga, y al encenderlo y comprobar la hora... ― ¿¡Pero qué cojones?! ― exclamó. La reunión había sido programada para... ¡¿ayer?! ― E-Esto no puede ser... ― Nathan miró a su alrededor. ―Pero si ayer... hoy... ― tenía la sensación de que la cabeza le iba a reventar. Con las manos temblando, se puso a buscar su paquete de cigarrillos entre los bolsillos de su traje... y lo percibió... llevaba puesto el traje formal y estaba... algo machacado y eso de ahí... ¿era sangre? Se miró la mano, y luego la sangre... y nuevamente nuevos flashes de memoria aparecieron en su mente. Algunos... muy... ― Necesito un puto cigarro... ― susurró con la voz ronca. Bueno, quizás antes un poco de agua, o café...
El sonido de la porcelana rompiéndose restalló en su mente.
Y el dolor... un dolor fantasma en su mano.
―... ― miró de nuevo su móvil. Abrió el historial de llamadas... desde ayer, no había hecho ninguna. Con la respiración tensa, llamó al último número de su historial.
Tuuuu... tuuuu... tuuu... Despacho de Joel Armitage, ¿en qué puedo ayudarle?
La voz femenina era profesional, grácil y segura, pero...
― ¿Señorita Jones? ― preguntó dudoso el detective.
― La señorita Jones fue traspasada ayer de su puesto, ¿en qué puedo ayudarle? ― respondió la mujer con tono ligero.
―... ― Nathan tardó unos segundos en recobrarse de la impresión. ― Eh... soy el detective Reynolds... me temo que tenía una cita ayer con el señor Armitage pero... ―
― Ah, sí. Debido a su falta ayer, tendrá que esperar hasta que la agenda del señor Armitage quede de nuevo disponible para hacer un hueco para usted. Estaremos en contacto ― contestó nuevamente con esa profesionalidad que ponía de los nervios al confundido detective.
― Eh... sí, claro. Esperaré vuestra llamada ― la señal se cortó.
Nathan sostuvo el teléfono entre sus manos. Estuvo largos minutos ahí, sentado en el sillón, pensativo. Algo... no cuadraba. Había estado esperando esa reunión durante semanas, una pista posible ante la muerte de Gabriel y... alguien que padecía de insomnio se había quedado... ¿dormido, justo el día de la reunión? Encima esas imágenes... las vendas, la sangre... el malestar general que sentía...
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Call Out My Name
RomanceMeses después de la muerte de su compañero Gabriel, mientras cubría un caso infiltrado, Nathan está obsesionado por encontrar al culpable. Nada volverá a ser lo mismo cuando sus pasos lo lleven ante Joel, un enigmático empresario que sabe mucho más...