Capítulo 1

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― Espera... ¡espera, espera! ¡Rebobina eso! ―Nathan se inclinó sobre el hombro de Robert.

― ¿Eh? ¿Qué lo rebobine? ¿Por qué? ¿Y hasta dónde? ― preguntó con evidente fastidio. Si estaba accediendo a ayudarlo era por lo insistente que había sido Nathan a lo largo de las semanas para que lo ayudara a revisar las copias de los videos de seguridad de lo ocurrido ese día. Ese fatídico y maldito día en la vida de Nathan, que lo cambió todo...

― Agh, ¡retrocede 30 segundos! ― se limitó a decir el hombre. Se estaba exasperando por momentos. Sus dedos se movían nerviosos, con ganas de agarrar el paquete arrugado de cigarrillos del bolsillo de su pantalón. En cuanto saliera de la comisaría, sería lo primero que haría. Bueno, eso y... ― Ahí, para. ― lo indicó, inclinándose hacia delante como un aguilucho avistando su presa. Entrecerró los ojos, fijándose en la esquina superior de la imagen. ― Esto ya lo he visto antes... ― susurró por lo bajo. Se pasó una mano por su creciente barba, rascándosela pensativo. Lo sentía, sabía que ahí había algo que... ― Ahora retrocede hasta... aproximadamente cinco minutos antes de que Gabriel entrara al callejón ―

Robert chasqueó con la lengua, en un nuevo signo de molestia, pero Nathan estaba tan concentrado en lo que veía que estaba lejos de molestarse. Toda su irritación se había esfumado. Ya podía Robert tirarse al suelo y ponerse a berrear, que Reynolds no perdería de vista la pantalla.

Mientras las secuencias retrocedían a toda velocidad hasta el momento que le había indicado, los ojos azules de Nathan se ensombrecieron. Muchos dentro del departamento ya calificaban de obsesivo su comportamiento. Le habían sugerido que se tomara unas vacaciones, o el teléfono de referencia del psicólogo de turno... y entendía que algunos de ellos lo hacían de buena fe: perder a tu compañero en una misión no era algo fácil de digerir, pero otros ya estaban hartos de él y sabía que no tardaría en tener problemas. De hecho, algunos de esos compañeros no se habían tomado bien que abandonara el cuerpo de policía para montar su propia agencia de investigación... pero Reynolds nunca había sido muy paciente, y todo lo relacionado con el caso de Gabriel Reyes iba demasiado lento...

Parpadeó cuando el vídeo volvió a reproducirse al ritmo normal, logrando traerlo de vuelta al presente. Nuevamente se inclinó hacia delante, pero en vez de centrar su mirada en toda la pantalla, su vista se clavó nuevamente en la esquina superior. Tras un par de minutos de silencio, una torva sonrisa se extendió en su rostro. ― Hijo de puta... ― murmuró por lo bajo.

― ¿Qué pasa? ― preguntó Robert, confuso.

― Nada, sigue reproduciendo el vídeo ― agitó la mano en el aire, mientras no perdía la vista la pantalla. Solo que esta vez su mirada estaba fija en la hora de la reproducción. Aún así, le costó horrores no centrar su vista en un nervioso Gabriel, todavía vivo en esos instantes, que entraba a toda prisa en el callejón que estaba grabando la cámara, antes de desaparecer en la esquina inferior. Fue en ese momento en el que Nathan clavó su vista en la hora de reproducción con tal intensidad y concentración que parecía haberse vuelto una estatua de mármol. Ni siquiera parpadeó.

Fue entonces cuando lo vió, lo notó... como la hora del vídeo temblaba ligeramente, como producto de alguna interferencia...

― Robert... este vídeo es una copia, ¿verdad? ¿Quién tiene el original? ―

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