Capítulo 6

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Lo había dicho. ¿De verdad lo había dicho? ¿Esa era su voz? ¿Esos eran sus labios? Su cuerpo ya no parecía pertenecerle. Ni sus pensamientos... Nathan sentía que, de alguna forma, acababa de vender su alma al diablo, y ya no había marcha atrás. Todo lo que hiciera de ahora en adelante, estaría marcado por este momento, por esa... rendición. Tenía ganas de llorar de rabia y de pena... pero también de alivio... todo se acabaría por fin, esa tortura que rodeaba su cuerpo en forma de cuerdas y nudos, finalmente se terminaría...

Joel se mordió el labio inferior, deleitándose con aquel Nathan sumiso y acorralado. Le escuchó jadear su súplica final. Sólo entonces el empresario sonrió y dejó de jugar con las manos en el aire. Se puso en pie y apoyó los dedos en las cuerdas. Comenzó a recorrerlas con las yemas enguantadas, creando una suave fricción entre el látex y el cáñamo. Suavemente fue trazando todos y cada uno de los ángulos del arnés, recorrió cada uno de los nudos, por delante, por detrás, por los laterales...

― Uhg... ¡ah!... Es-espera... e-eso... no ― Nathan sentía como esa suave presión sobre las cuerdas y los nudos que las componían, iba marcando un camino a fuego en su piel.

En medio de ese caos, la voz de Armitage le alcanzó... —Shhhh...—le susurró. Sintió como sus dedos enguantados recorrían su nuca, en un gesto íntimo y cercano. Fue un gesto suave, casi cariñoso, como si intentara mitigar su placentera agonía con ello. — Relájate. Renuncia al control, déjate llevar... Disfrútalo, Nathan— Sus palabras se trenzaban con su confusión, sonando razonables, pero... "Nathan, ¿ha dicho?... ¿acaba de llamarme por mi nombre?" pensó aturdido.

Sin embargo, los movimientos del empresario una vez más consiguieron atrapar su atención: se había vuelto a colocar ante él. Sin perder el tiempo, hincó una rodilla en el suelo y con sus fuertes brazos cogió la pierna sobre la cual recaía todo el peso del detective. Cargó todo su peso sobre su hombro, dejando que Reynolds prácticamente se sentara sobre él. Ese "sencillo" gesto daba entender a cualquiera que esos músculos que se ocultaban bajo esa ajustada camisa negra no eran una mera ilusión. Nathan tragó saliva... estando sentado así... su miembro estaba muy cerca de... esos labios...

Nathan no podía apartar la mirada de esa escena, mezcla del propio horror que sentía al verse así... y del placer anhelante que buscaba liberarse... esa mirada gris que le devolvió la mirada provocó que un nuevo escalofrío lo recorriera por entero, de anticipación, de miedo, de deseo...

― Recuerda, detective, que tú me lo has pedido. ― Y en cuanto Joel dijo esas palabras, cuando su cálido aliento arrulló su enhiesta excitación... esa boca se cerró en torno a ella. En ese momento, todas sus dudas, miedo y desconfianza dejaron de tener importancia. Ya solo importaba esa húmeda y cálida sensación que lo envolvía. El movimiento de su cabeza, de su lengua... como recorrían su longitud de arriba abajo. ― ¡J-JODER!― exclamó, echando la cabeza hacía atrás. Todo su cuerpo temblaba.

Sus manos atadas lo sostenían en el aire, pero eso daba igual. Ya ni sabía dónde estaba el suelo o el techo. Solo importaba esa boca y... esos ojos. Esos grises que atravesaron su mundo de brumas, como los ojos de un felino hambriento. Y Nathan no se oía, pero se deshacía en gemidos y jadeos con cada lengüetazo y succión que le regalaba esa boca tan experta... ¡Jamás había sentido algo parecido! En el pasado había tenido sus momentos de revolcones con algunas mujeres, y ninguna había gozado de semejante habilidad... ¿Cómo sabía Joel para hacer que el detective se deshiciera a jadeos entrecortados? ― ¡Ah, ah! ¡AH! ¡E-Es...pera!― gritó Reynolds. ― A... ¡a este... paso! ¡Uhg... aaah! ― Su pierna se movía por la espalda del empresario, sacudida por los espasmos que violentaban el cuerpo del detective.

Nathan quería morirse. Su mente obnubilada por el placer aún seguía manteniendo un pequeño rescoldo de raciocinio que gritaba frustrado e indignado no solo por el hecho de someterse a la pericia de esa boca, de esa lengua... sino por hacerlo tan condenadamente rápido. De ahí venía la protesta del detective, en un último conato de... ¿Rebeldía? ¿Dignidad? No lo sabía, pero lo cierta era que cuando sintió como esa boca se alejaba de él, casi todos sus pensamientos fueron de protesta. ― ¡N-Nooo! ― gimió alzando sus caderas. "Joder... me estoy volviendo loco. Me está volviendo loco. ¡Debería alegrarme de que se apartara! No quiero... pero... ¡Mierda!" Su mente daba vueltas. La frustración, la alegría, el placer, la rabia... Su pierna volvió a tocar tierra, y si antes estaba temblorosa, ahora ligeros espasmos la recorrían, unos espasmos que se extendían por todo su cuerpo.

Call Out My NameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora