Capítulo 14

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Un último mechón sale del rizador y cae en cascada por mi hombro.
Repaso el disimulado color rosa de mis labios y acomodo mi vestido.
Azul cielo y ajustado, acaba justo antes de las rodillas.
Cojo el bolso y salgo del baño.
En el salón, manos en los bolsillos, Barry me espera ya listo.

Lleva un traje negro y su corbata es del mismo tono que mi vestido.
Su pelo está peinado con delicadeza y su sonrisa aparece en cuanto me ve.
—Estás preciosa. —Sonrío.
—Tú también estás genial. —Frunce el ceño en un gesto de duda.

—No suelo usar trajes, no estoy seguro de que me quede bien. —Se da un vistazo a sí mismo. Chasqueo la lengua.
—Te queda muy bien y ya sé que no sueles usarlos. Puedo contar con los dedos de una mano las veces que has usado traje. —Bromeo.

—¡Porque siempre que lo uso, todo me sale mal! —Pongo los ojos en blanco con diversión.
—¡Eso no es cierto! —Le replico.
—Si es cierto. La última vez que usé traje fué para mi boda y mira como salió. —Suelta una risa.
Pero a mi no me hace la menor gracia.

Cuando deja de reír, se da cuenta de mi estado de seriedad y carraspea, cambiando su expresión.

—¿Nos vamos?

Llegamos hasta su deportivo amarillo y sonrío.
—¿Qué vas a hacer con él? —El castaño da la vuelta para subir al asiento del conductor.
—Me lo voy a quedar. —Me informa. Noto el aire algo pesado así que decido bromear para aliviar el ambiente.

—¿Así que lo vas a mantener en tu vida? —Desde el asiento, alza la cabeza para mirarme y no parece divertido.
—Hay algunas cosas que sin importar cuanto lo intente, no puedo mantener en mi vida.
Pero el coche si. — Me responde. Trago saliva. Me subo al coche y no mediamos palabra en todo el trayecto.

El lugar de la exposición es una antigua escuela de idiomas que acabó cerrando por falta de alumnos.
No es demasiado grande, apenas consta de un salón donde se impartían las clases y un baño.

El salón está despejado, tan sólo hay un par de mesas al fondo.
Y las paredes están llenas con fotografías tomadas por Nora Allen y otros fotógrafos.

De esas fotografías, no tardo en reconocer dos.

En la primera, dos niños agarrados de la mano frente al atardecer.

—¿Así, Mamá?
—No, no me gusta así. Mejor daos la vuelta. —Barry se cruza de brazos, enfurruñado.
Yo suelto una risita.
—¡Os daré helado! —Exclama Nora y el castaño y yo nos giramos a gran velocidad
—Ahora daos la mano.
—¡Ewww! —Exclamamos al mismo tiempo.
Helado de chocolate.

La segunda foto que reconozco me resulta punzante.
Mi vestido blanco toca las baldosas, mi mano y la de mi esposo alzadas en el aire, nuestros anillos relucientes.

—¡Vamos Señora Allen, girese!
—¡Venga Nora, presiona ese botón! —Grito y me giro sobre mi misma.
—¡Esperad chicos! —Barry y yo nos giramos para mirarla.
Ella nos sonríe antes de susurrar "daos la mano".

—¿Lo recuerdas? —El ojiverde se posiciona junto a mi.
—Lo recuerdo. —Le confirmo, sin apartar mi mirada de la fotografía.
—Mi madre era una mujer muy insistente. —Ríe.
—Era una buena mujer Barry.
Mi segunda madre. —Una lágrima se desliza por mi mejilla.

—Habría estado orgullosa de verte aquí. —Me asegura, giro el cuello para mirarle y me esfuerzo en sonreír.
—¿Bailas? —Me pienso su propuesta durante algún tiempo pero finalmente aceptó. 

Mi mano se posa sobre la suya y suavemente tira de mi.

Una de sus manos está sobre mi cintura y la otra entrelazada con la mía. Sus ojos me miran con tal intensidad que el aire se atasca en mi pecho. No puedo mirarle y busco lugares donde desviar mi vista. Noto como la garganta se me seca y mi corazón se vuelve loco.

Quiero correr lejos de allí.
Quiero quedarme.
Tengo miedo.
Pero me siento segura.

La mano del ojiverde sube hasta tocar mi barbilla. Un simple toque para obligarme a mirarle.
Y cuando mis ojos color avellana chocan con los suyos esmeralda, el salón desaparece.
El Mundo se volatiliza y no queda nada a nuestro alrededor.
Como si nada más importara.
Y en este momento, así es.

Entonces me doy cuenta por fin.
Saco la conclusión de este secreto a voces. Como alguien una vez me dijo.

Puedes correr como una bala.
Puedes volar como un pájaro.
Puedes marcharte a la otra punta del mundo y puedes pasar de pobre a rico.
Puedes transformarte en una nueva persona y olvidar el pasado.
Pero hay algunas cosas de las que nunca podrás escapar.
Y el amor es una de ellas.

El baile termina y salgo del salón en busca de aire.
Barry yo regresamos a casa horas después.

—Lindsay dejó a Jordan y se casó con James. —Abro los ojos con exageración.
—¿Con James? ¿El chico de gafas que medía metro cincuenta?
Imposible. —El ojiverde alza una ceja.
—¿Metro cincuenta? ¡Si es más alto que yo! Creció y ahora es modelo en Francia.

—¡Increíble!
—Pero he oído que se van a divorciar. Él sigue enamorado de Savannah. —Asiento.
—Savannah siempre estuvo ahí. Le merece mucho más que Linsay la estúpida. —Reímos.

—Dios mío Barry... Estamos chismorreando sobre la vida de los demás ¿Qué nos ha pasado? —El chico suelta nuestro agarre para alzar los brazos.
—Nos hemos convertido en lo que más odiamos.
Un matrimonio cotilla. —Suelto una carcajada.
El castaño abre la puerta de casa para mi.

—Gracias, Caitlin. Sé que no ha sido el evento más glamuroso en el que has estado pero nos esforzamos mucho. —Sonrío con sinceridad.
—No habría deseado estar en ningún otro lugar, Barry. —Me devuelve el gesto.

—Buenas noches. —Entonces, en un impulso voy directa hacia él.
Pero por suerte recapacito antes de cometer un error y beso su mejilla.
Me quedo cerca de él durante más tiempo del necesario.
Y no puedo negar las ganas que siento de hacer algo que no debería.

—Buenas noches, Caitlin. —Me retiro al sofá con rapidez y él va a la habitación.
Y aunque sé que no hay forma de que duerma esta noche, lo intento.

Cuando el sol sale esa mañana, lo primero que captan mis ojos es que Barry no está.
Lo que sí está sobre la mesa son unos papeles.

Los papeles del divorcio. Firmados.

😱😱😱😱😱😱😱😱😱
¿Y AHORA QUÉ?

Pd: perdón, se me ha olvidado actualizar 😂😂😂

Sweet Home. Snowbarry Donde viven las historias. Descúbrelo ahora