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Yoongi bloqueó la puerta. 

El yate se balanceaba debajo de nuestros pies, apaciguado y salvaje en su cuna de mar. 

Las cortinas habían sido corridas a través del balcón, la cama hecha por el personal bien entrenado y todos los invitados que seguían a bordo se hallaban en el piso de abajo. 

Estábamos en el único dormitorio en este piso. 

Privado. 

Solos

Pasando una mano a través de su cabello, Yoongi cruzó la distancia entre nosotros. No hablamos mientras el aire se intensificó y el amor se vertió de su corazón al mío. 

La alianza de bodas de oro blanco que diseñé junto con un par de diamantes negros que adquirí en Callejón Diamante adornaba su dedo, absorbiendo la luz en lugar de reflejarla, succionando su vida hacia adentro, protegiendo sus secretos. 

El anillo a juego zumbó en mi dedo. La gran piedra medianoche se volvió más pesada cuanto más cerca venía Yoongi. 

—Lo hicimos. —Su voz con un atisbo de incredulidad—. Estamos casados. 

Asentí, un poquito sin aliento y muy nerviosa. —Lo estamos. 

—Eres mía. 

—Soy tuya. 

—No hay más deudas. No hay más amenazas.

Me moví hacia él, pisando la alfombra plateada en la que permanecía. Nuestros cuerpos se balanceaban mientras una corriente mecía el yate, pero nuestros ojos nunca se apartaron. —Somos libres. 

Respirando con dificultad, Yoongi me alcanzó. Sus brazos se envolvieron alrededor de mí, presionándome en él por lo que la seda blanca de mi vestido onduló sobre mi piel y el suelo. 

Las estrellas y la luna por encima eran los únicos elementos invitados a nuestro cuarto. La claraboya tenía una escalera, otorgando acceso a la cubierta privada. La proa del bote estaba fuera de los límites para cualquiera. Podríamos hacer el amor aquí con el cielo como compañía o subir y follar con el aire lamiendo nuestras pieles. 

Podríamos viajar por el mundo. 

Podríamos besarnos y tocarnos y nunca tener que ocultar nuestra felicidad a nadie. 

Tenemos tanto que anhelar. 

La mirada de Yoongi fue a mi collar. Se pasó la lengua sobre su labio inferior mientras el destello tenue de diamantes le besaba la barbilla. —Deberías saber algo. 

Me congelé en sus brazos, el ritmo de mi corazón se aceleró. —¿Saber qué? 

Me movió en su abrazo, acunando mi garganta con dedos suaves. Su pulgar recorrió los diamantes. —Admitiste que no querías que encontrara una forma de remover esto. Nunca usarás otro collar siempre y cuando vivas. No importa donde vayas. No importa que hagas, este collar estará contigo en cada paso. 

—Lo sé. Quiero que sea de ese modo. —Apoyando las manos en sus caderas, fruncí el ceño un poco, intentando entender su objetivo—. Tú me lo pusiste, Yoongi. Se quedará hasta que yo muera. 

Su espalda se tensó, los músculos de cada lado de su columna vertebral abultándose debajo de mis dedos. —Así es como vi lo que sucedió hoy. 

—¿Qué quieres decir?

Arrugó la frente, ensombreciendo sus ojos negros. —Quiero decir, el matrimonio para mí no es una simple ceremonia y celebración. El matrimonio es como tu collar. Un acuerdo de una única vez. Para nunca romper, uniéndonos hasta que la muerte nos separe. Al igual que nunca habrá otro collar, nunca habrá un adiós entre nosotros. Ninguna oportunidad de cortar lo que hemos encontrado.

Endeudado: Epílogo/MYG Y TÚ/ +18 [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora