Viola no recordaba haberla visto jamás. - Tal vez no es el mismo libro. -Pensó, colocándolo nuevamente sobre la repisa.
¿Quiénes serían el ratoncito y la cabrita?
Demasiadas preguntas sin respuestas.
El sargento Simmons también preguntaba muchas cosas.
-¿Tu tía, actuaba de manera diferente últimamente?
-No- había respondido Viola.
-¿No notaste algo extraño en ella?
-No.
-¿Se comportaba raro?
-No.
-No. No. No. - repitió Viola en voz alta.
Cornelia era la misma: perfecta ,elegante, impecable, sonriente, ausente. Con esas ganas de escribir que nunca la abandonaban.
Casi siempre encerrada en su estudio.
Viola volvió a explorar la habitación. Hurgó en todos los cajones del escritorio: intentó abrir, sin grandes esperanzas, también el último cajón... el de abajo, a la derecha.
Imposible, estaba abierto y ¡vacío!
Viola no lo podía creer. Ese cajón siempre estaba cerrado. Cornelia usaba la llave colgada al cuello con una cadenita. Era una llave dorada, muy linda, que terminaba en una rosa cuyos pétalos estaban exquisitamente labrados. Viola la recordaba desde que era niña.
- ¿Qué puedes abrir con esta llave? - le preguntaba a su tía.
- Es la llave de tu corazoncito - contestaba Cornelia
- Es la llave de la madriguera del conejo blanco.
- Es la llave del castillo de la reina de Hadas.
Se había convertido en un juego entre ellas.
Hasta este día en que Viola descubría que el último cajón, el de abajo a la derecha, del escritorio de Cornelia no tenía llave y la magia se esfumaba.
¿Por qué estaba abierto el cajón? ¿Qué había ahí adentro?
Viola lo estudió con atención : solo encontró polvo, una engrapadora y algunos papelitos. Lo cerró y abrió él de arriba. En el interior se encontraba una vieja edición de Mujercitas con las cuatro actrices de una película de los años cincuenta en la portada. Seguramente se trataba de un volumen de la biblioteca de la abuela. Mujercitas era otro libro que Cornelia le leía a Viola cuando era pequeña. Mucho tiempo antes de que Narcissus robara su corazón, Viola había estado enamorada de Laurence, el chico rico y consentido que vivía en la casa a un lado de las hermanas March y que al final se casa con la bella Amy de nariz respingada.
Descorazonado, Viola se sentó otra vez frente a la máquina de escribir y tomó el manuscrito. Decidió saltarse toda la escena en la que salía Isabella. Ya no la aguantaba, siempre pegada a Narcissus como una rémora.Narcissus llegó a su casa al amanecer. Estaba por poner la llave en el ojo de la cerradura cuando la puerta se abrió y se topó con Bunter, que venía sujetando una taza de té humeante.
El viejo mayordomo lo esperaba despierto, como de costumbre. Parecía que un radar lo alertara de su llegada.
El mayordomo miró con desaprobación al chico que conocía desde que era un niño, al ver su cabello húmedo por la niebla, pero no hizo comentarios. - La chimenea de la biblioteca está encendida, ¿quiere desayunar? - le dijo.
Narcissus sonrió y su rostro pálido repentinamente pareció jóven. -No, gracias Bunter. Vete a la cama.
- Por si acaso cambia de opinión, hay huevos estrellados en la cocina - dijo el mayordomo con voz impasible -.
Y bocadillos.
- Gracias, siempre piensas en todo - dijo Narcissus con un poco de ironía -. Ahora te puedes retirar.
Bunter se rindió, le dio su taza de té y se dirigió hacia su cuarto.
Narcissus fue hacia la biblioteca y se sentó en la oscuridad. Dentro de la chimenea, las llamas chispeaban proyectando sombras y luces sobre las repisas. Se hundió en el sillón. Extendió sus largas piernas hacia las llamas para calentarse.
La rodilla derecha sobresalía de un agujero en el pantalón de mezclilla. Bunter lo haría desaparecer pronto : odiaba ese pantalón.
Apoyó la taza sobre una mesita al lado de una pila de cartas de sus admiradoras. Bunter siempre se las dejaba allí, por si acaso tuviera ganas de leerlas.
Narcissus las tiró en la chimenea y las llamas ardieron con fuerza. En aquel momento, tenía algo mucho más importante en que pensar.
Algo muy serio.
Un homicidio
Naturalmente, el caso se lo habían encargado a su papá Lord Norland, el mejor agente de Scotland Yard. Hacia una semana que Narcissus solo se lo topaba de pasada, en la mañana, temprano, antes de que llegara el coche que lo llevaba a su trabajo. Probablemente , dormía muy pocas horas durante la noche porque se le veía cansado .Parecía más preocupado que de costumbre.
En realidad, hacia mucho tiempo que Lord Norland parecía preocupado.
- Esta ciudad se está hundiendo en el caos- repetía cada día más descorazonado.
- El mal domina Londres...
Narcissus tenía la sensación de que el espeso cabello negro de su papá se había puesto gris en las sienes.
Las ojeras marcaban su hermoso rostro. Tal vez estaba cansado de su trabajo de policía. Había días en que Narcissus ni lo veía.
Y ahora, ese homicidio.
Nada raro en Londres, pero esta vez la víctima era un hombre muy famoso, un importante anticuario llamado Arthur Blackwood, asesor del Elizabeth Museum y amigo íntimo del primer Ministro, nada menos. Lo habían matado en su tienda en el centro una semana antes. Narcissus se enteró de todos los detalles leyendo el expediente que su padre trajo a casa de la oficina.
El expediente se encontraba en la caja fuerte, pero Narcissus conocía la combinación.
Los hechos conocidos no eran muchos: Blackwood estaba solo en la tienda, el día de trabajo había terminado, y su asistente acababa de irse. La puerta de la tienda estaba cerrada. La policia no había encontrado señales de allanamiento. La asistente, la Srta. Sheridan, dijo que no tocaron nada. Lo único que había desaparecido era un viejo mapa de Londres.
Un viejo mapa sin valor.
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Corazón Negro
Teen FictionViola es una chica reservada, una apasionada lectora y la sobrina de la famosa autora de literatura juvenil Cornelia Wyndham, quien desapareció misteriosamente de la casa que comparte con ella y con sus 2 excéntricas tías. Nadie sabe absolutamen...