capítulo siete parte ocho

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Después  de inspeccionar todas las  repisaa, pasaron al escritorio. Narcissus leyó  la frase de la hoja dentro de la máquina  de escribir y miró  a Viola.
Ella sacudió  la cabeza. —No sé  quién  sea ese Evans—dijo—.No conozco a nadie con este nombre y no está  ni siquiera en los libros.
Examinaron  los  post-its y los papelitos con las notas de Cornelia, pero no encontraron nada que pudiera  representar un indicio.
Narcissus empezó  a abrir los cajones. Viola le explicó  que el último  cajón  de abajo a la derecha, que normalmente estaba cerrado con llave, ahora estaba vacío. Narcissus sacó  el cajón  completamente  para asegurarse que no tuviera compartimientos  secretos.
Viola tuvo que admitir  que él  parecía  ser más  experto que ella.
El chico regresó  el cajón  a su lugar y abrió  el de arriba. Sacó  el libro de Mujercitas y lo hojeó;  algo cayó  al piso.
Una foto.
Viola  se agachó  para levantarla. Seguramente la habían  tomado varios años  atrás  porque los colores estaban detenidos y algo amarillentos. Retrataba a dos niñas  de aproximadamente diez años  tumbadas en el pasto.

Corazón NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora