Durante unos segundos, me quedé ahí, observando desde la puerta de la imponente habitación como KiBum se arreglaba el pelo con su mano. Desprendía su seguridad habitual y no esa parodia que había interpretado hacía unos minutos. Iluso de mí pensar que yo era el que tenía el control de alguna situación estando él. Había sido engañado, como todos los que se acercaban a él.
Y por ello, una presión se había instalado en mi garganta. Quería gritarle muchas cosas, pero no salía ninguna. Sabía que él simplemente hacía lo que debía y para lo que yo había sido planeado usar: actuar. Yo no formaba parte de aquel mundo. Solo era su muñeca de exhibición.
— Casi fastidias todo por no saber mi cumpleaños —me comentó con su voz tan impersonal como siempre. Ni siquiera me miraba, así que dejé ir un suspiro cansado. Él se giró entonces, con el ceño fruncido contrastando con mis labios apretados y mi mirada gélida—. ¿Estás enfadado?
No respondí. Simplemente caminé hasta llegar a la cama donde había despertado hacía menos de una hora y me senté dándole la espalda.
— Pensabas que estaba borracho —su tono de incredulidad se mezclaba con la burla. Así que no hablé. Estaba tratando con el Key mafioso y ya sabía como funcionaba eso de insultar su posición en lo más mínimo—. Háblame —no era un ruego. Era una orden.
Escuchaba sus pasos acercándose. Se acabó situando delante mía, pero yo me mantuve observando sus pantuflas rosas.
— ¿Qué quieres que te diga?
— ¿Por qué estás enfadado? ¿Porque no te avisé de que ese Onew vendría? —yo solté una risa irónica.
— No puedo responder. Eres mi jefe, no puedo faltarte el respeto. No puedo decirte que eres un imbécil. Que me enfurece que me trates como tu puta de exhibición y que todos se den cuenta de que no soy más que eso. Que eres un canalla por dejarme estar preocupado por ti mientras tú hacías tu papel, divirtiéndote a mi costa —fue entonces cuando lo observé.
Su pelo corto ya estaba lo suficientemente largo para que me pareciera que le quedaba bien y el rubio blanquecino había evolucionado a algo más natural. Si tuviera que describirle, parecía un príncipe. No podía ser una ilusión más alejada de la realidad. Cuando cruzamos miradas, él sonreía, pero fui incapaz de comprender que había detrás de esos ojos oscuros.
— Tienes un buen par de huevos bien puestos —me encogí de hombros.
— KiBum, he matado a una persona por ti. He mentido a la policía. Sé y sabía en su momento que había entregado mi alma al diablo... pero si esto va a ser así, si yo solo voy a ser una decoración que no sabe nada de que ocurre y solo serviré para que te diviertas tentando a un hetero... quiero irme.
La sonrisa de KiBum desapareció. Parecía calmado, pero sus ojos dejaban ver que, por dentro, se estaba produciendo una guerra. Yo tragué la saliva que se me había acumulado en la boca.
— MinHo, cariño, esto no es un contrato de trabajo que puedas dejar a mitad. ¿Quieres morir? Eso es lo que pasa si vas exigiendo ese tipo de cosas en este mundo —no parecía una amenaza aunque sonara como una. Era más como si... me estuviera educando. Como si me explicara las cosas. ¿Lo hacía porque me quejaba de no enterarme de nada?
— Tal vez debería haber muerto en el ataque. Justo después de salvarte, hubiera sido un momento perfecto para morir —mis ojos estaban fijos en sus pantuflas. Quien lo viera seguramente no podría imaginar que era un mafioso. Tal vez por eso se las había puesto para cuando viniera Lee JinKi y compañía.
— Lo que le he dicho a Onew que pensé en aquel momento era verdad —quise ver su reacción después de decir aquellas palabras, pero era tan frío como siempre, como si aquella declaración no fuera importante. Yo, en cambio, había entrado en algo parecido a un shock.
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Pactos de papel 【 MinKey 】
FanficMinHo había jurado ser diferente a su padre, podía decir orgulloso que él no estaba metido en los problemas ilegales de un político supuestamente respetable. Él solo era un futbolista profesional, un hombre triunfador a base de esfuerzo que se había...