Capítulo VII

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~Mes 3~

Posicionado de perfil en el espejo de su habitación, con su torso descubierto, suspiró con profundidad al notar el pequeño cambio de su físico. Al ser de complexión delgada, aquel bulto de tan sólo tres meses se le notaba a simple vista en su vientre si no tenía ropa holgada encima, lo cual lo hacía sentir bastante incómodo.

-Tu crecimiento dentro mío va a ser duro, Chibi.- Dijo colocando una mano sobre aquella pequeña tripa, como si el ahora feto que ahí se encontraba le respondería. -Me... veré como un balón de yoga.

Sus ojos avellanas se llenaron de lágrimas tras haber mencionado esa oración, repitiéndola una y otra vez hasta que una lágrima comenzara a caer por su mejilla.

-¡Seré un balón de yoga!- Exclamó antes de lloriquear de forma dramática, dejándose caer en su cama.

No era nada de qué preocuparse, ya que en él revoloteaban esas típicas hormonas de cambios drásticos de actitud que antes el médico había mencionado. Sin embargo, Chuuya llegó corriendo totalmente alarmado con la camisa a medio prender y sus cabellos desordenados.

-¡¿Qué pasa, Dazai?!

-¡Ya no soy más Dazai!- Se removió en la cama, quedando boca abajo con su cabeza colgada de esta y sus extremidades extendidas. -¡Ahora soy un Snorlax!

El pelirrojo arqueó una ceja confundido y se acercó con lentitud acomodándose la ropa, mientras lo oía quejarse y patalear como niño caprichoso cuando su madre no le compraba el juguete que él quería de la estantería del supermercado.

-Pero... ¿Por qué?

Osamu se reincorporó para sentarse sobre sus propias rodillas, sorbiendo su nariz mientras se tallaba un ojo. Nakahara sentía que su corazón se le saldría del pecho en cualquier momento al ver su tripa que comenzaba a dar forma.

-Slug, no me mires así.- Le pidió el suicida sonrojado, cubriéndose con sus brazos vendados bajo la embobada mirada del otro.

Chuuya no pudo evitar que una pequeña sonrisa aparezca en su rostro cuando desvió su vista hacia otro lado, le era imposible ocultar el gozo que le había surgido al verlo.

Dazai se puso la camisa rayada, seguida de su chaleco negro el cual comenzaba a apretarle un poco, ya pronto debería usar ropas mucho más holgadas para ir a la Agencia debido a la semejante tripa que no le faltaba mucho tener en algunas semanas. Hizo una mueca al sentirse ridículo tan sólo imaginarse panzón yendo a trabajar, preguntaría luego por alguna licencia.

-El desayuno ya está en la mesa.- Le avisó el ejecutivo caminando a la puerta para volver a su habitación.

-Chuuya...

-¿Si?- Se volteó a verlo.

-¿Hay macarrones?

Desde hace varios días comenzó con sus antojos de forma constante, más que nada de dulces y comidas chatarras, lejos de vegetales. Y Nakahara intentaba darle las vitaminas necesarias para su embarazo, pero a este punto estaba por metérselas por las orejas.

-No.- Le contestó y se cruzó de brazos poniéndose serio. -Hoy no habrá dulces, o comida chatarra.

Haciendo un exagerado puchero, Osamu incorbó su espalda hacia adelante, mostrando anonadamiento.

-¡¿Ehhh?!

-Así es. Comeremos comida vegana al menos por una semana, y me vale una mierda tus antojos.- Aclaró con determinación, y prosiguió con su camino.

-¡Por tu culpa, Chibi va a nacer con cara de macarrón porque no cumples con mis antojos de macarrones!- Sus hormonas volvieron a despertar, haciéndolo lloriquear por segunda vez. -¡Qué malo eres, Chuuuuuyaaaa!

Consequence | Soukoku m-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora