Capítulo XIII

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~Mes 8~

Los días pasaron y con eso Dazai había cumplido el octavo mes, al mismo tiempo de que Chuuya viajaba por trabajo fuera de la ciudad, dejándolo al cuidado de cierta persona a la que se le rio en la cara al ver de quién se trataba. Pensaba que era una muy graciosa broma, sin embargo, su sonrisa se borró cuando el pelinegro comenzó a ir con frecuencia al departamento que él compartía con el ejecutivo. Habían momentos que no lo atendía cuando tocaba el timbre o abrirle la puerta siquiera, por lo que Akutagawa no tenía opción que entrar por la ventana con ayuda de Rashomon.

—Joder, ¿No puedes dejarme en paz de una puta vez?— Refunfuñó el castaño de malhumor al encontrarlo ingresar a la sala por el gran ventanal que daba al panorama de la ciudad.

—Chuuya-san me pidió que cuide de usted, Dazai-san.— Le contestó, haciendo una reverencia con el respeto que aún le tenía. El detective rodó los ojos y se tiró de espaldas al sillón bufando con resignación. —Tenga cuidado, por favor, no haga movimientos bruscos.

—Akutagawa— Lo miró. —, ¿Tú tienes alguna idea de cómo cuidar a una persona embarazada?

El perro mafioso se rascó la nuca con pena antes de contestar:

—No tengo idea, pero me esforzaré a que no haga ninguna locura durante la ausencia de Chuuya-san.

Osamu se acomodó en el sillón con cuidado y se sentó, frunciendo el ceño ante lo mencionado por el contrario. Asique realmente era por eso que el pelirrojo había estado muy inquieto y preocupado poco antes de irse, pues claro, ¿Quién no lo estaría sabiendo que dejaría sólo a un loco suicida por un par de días?

Soltó un profundo suspiro haciendo un exagerado puchero y, por culpa de las hormonas, comenzó a lloriquear alarmando al mafioso.

—¡Chuuya no confía en miii!— Exclamó dramático, abrazando un almohadón.

—¡N-no llore, Dazai-san!— Intentó consolarlo Ryuunosuke con nerviosismo, sin saber qué hacer. Nunca antes había cuidado a alguien que no sea su hermanita menor; esta vez era totalmente diferente tratándose de su anterior superior que esperaba un bebé. Era consciente que no tenía paciencia para este tipo de situaciones, pero quería dar lo mejor de él mismo para obtener por fin el reconocimiento del castaño sea como sea. —Ya, ya...— Le palmeó el hombro dos veces y luego se apartó un poco.

Los hermosos ojos avellanas de Dazai lo miraron cesando su llanto, luego bajaron a su redondo vientre al sentirlo moverse y lo acarició con suavidad con sus delgadas manos vendadas. Se sonrojó notando la mirada grisácea del pelinegro en él, a quien le lanzó un almohadazo en la cara.

—Vete.— Le dijo con algo de frialdad, cambiando repentinamente su actitud dirigiéndose a su anterior subordinado. —Quiero estar sólo.

—Pero Chuuya-san...

—¡Es una orden!

Ante esas palabras, el perro mafioso no pudo negarse. Una orden era una orden, y más viniendo de ese superior a quien le tenía mucha admiración y respeto. Confiaba que el castaño sabía que hacer estando sólo, él tenía una gran inteligencia.

Hizo una reverencia de despedida y se dirigió a la puerta, esta vez para retirarse como una persona decente. Sin embargo, antes de que llegue a abrir para salir, la voz del contrario hizo que se detenga en seco.

Consequence | Soukoku m-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora