Capítulo 9 - ¿Ventrílocua?

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     El Sol bajaba con lentitud, la noche se acercaba y el atardecer se hacía cada vez más intenso

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     El Sol bajaba con lentitud, la noche se acercaba y el atardecer se hacía cada vez más intenso. El cielo era un lienzo y las nubes, en contraste con la luz del sol, acuarelas; el frío invierno iba en aumento y cada vez era más notoria su presencia.

     El avión aterrizó sin contratiempos, la multitud de turistas y habitantes exhaustos comenzaba a bajar del avión con rapidez. Yarah al ver por la ventanilla, se apresuró a colocarse sus guantes, una gran chaqueta que le hacía ver pequeña y un gorro peludo para el frío. Bajó con precaución las altas escaleras del avión y observó el cielo; el frío que hacía se intensificó aún más cuando lo que quedaba del atardecer sucumbió bajo las sombras de la noche. Todo lo que deseaba la joven era llegar a la pequeña casa a las afueras de la ciudad que le había prometido Argust, prender la chimenea y acurrucarse en el sofá, sin embargo, algo le decía que eso no sucedería pronto. Al salir del aeropuerto, un Mercedes Benz color gris claro la esperaba a las afueras; junto al coche se encontraba Argust, recostado en este. Su altura, un poco más baja de la estatura promedio, le hacía ver como alguien muy joven; piel pálida con un tono amarillento, ojos oscuros y pequeños hoyuelos en sus mejillas sonrojadas marcaban aún más sus rasgos asiáticos. Al verla, este se apresuró hacia ella para ayudarle con las maletas. 

-No puedo creer que estés aquí, tengo tanto sin verte. Podría explotar ahora mismo de la emoción y dejar un reguero de papelillos en el suelo. -Argust cargaba las maletas con un entusiasmo increíble mientras hablaba muy rápido, su acento japonés era tan notorio cuando se encontraba emocionado que a Yarah se le complicaba a veces comprenderle, y esto sin contar que se escuchaba tan gracioso que no podía hacer más que sonreír. -Que bueno que hayas regresado, la casa que tengo preparada para ti está preciosa, además llené el refrigerador con mucha comida, muchos vegetales como te gusta, sé que lo vegetariano es lo que va contigo. -Argust hablaba rápido, sonriendo, mientras montaba en la maleta del auto de lujo las dos pequeñas maletas de Yarah. Él tenía años esperando que volviese, a pesar de saber que ella estaba feliz, no podía vivir tanto sin verla, tenían más de 100 años de amistad y según él, contra eso no podía nadie. 

-Iremos a cenar, pero no cualquier cosa, no no no, cenaremos en un sitio que he conocido hace pocos días y que me ha fascinado. -Argust hablaba y ella asentía, feliz de volver a verle. Su estómago crujía y no podía sentirse más exhausta. La noche apenas comenzaba, pero ella sentía que tenía toda una vida sin dormir.

-Espero que lleguemos rápido, te juro que podría comer carne del hambre que tengo. -Argust al escucharla pisó el acelerador y el motor de su auto último modelo resonó en la autopista.

 -Argust al escucharla pisó el acelerador y el motor de su auto último modelo resonó en la autopista

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