Ocultos

Capítulo 14 - Preguntas

     Pies descalzos, color canela; tierra y hojas secas, pequeñas piedras. Sus pasos eran lentos y cuidadosos, ¿donde estaba? Todo lo que veía eran árboles frondosos, vida por doquier y no escuchaba más que aves y tenues sonidos del bosque. A pesar de lo cauteloso de su caminar, fue escuchado por un grupo de soldados que lo buscaban en el bosque y más pronto que tarde le capturaron. Él a pesar de querer escapar no pudo, ya que su contextura era delgada y delicada además de ser de más baja estatura de lo que recordaba.

     Fue encerrado en una jaula cual pájaro, observando todo lo que había a su alrededor. Las personas de lo que parecía ser una aldea muy poblada lo observaban mientras llevaban compras o a sus hijos en los brazos, todos con miradas interrogativas. Llegó a escuchar a dos hombres hablar, y estos solo decían una frase: "No sabemos quién es esta mujer, pero estamos claros de que puede ser del grupo que estamos buscando" ¿De qué mujer hablaban?

     Tenía miles de preguntas en la cabeza y a nadie para que las contestara, estaba en un sitio que en definitiva no podía ser de su época. Vio sus manos, sus muñecas estaban rojizas por las cuerdas que usaron para atarlo; pero había algo más. Eran finas, de dedos largos pero pequeños, con uñas largas y sin duda, femeninas. Al bajar aún más la vista, vio unos pequeños y delicados pechos debajo de una tela mugrosa y de inmediato los tocó, ¿era una mujer? Y lo más importante, ¿era ella la mujer de la que hablaban? 

     Se acercó las barras de la jaula y en voz baja llamó a los dos jóvenes que hablaban de la mujer, sin embargo, estos se alejaron. Pidió ayuda, sin levantar mucho la voz, pero las personas que se atrevían a voltear a ver a la jaula, al toparse con su mirada, huían. Al pasar un poco de tiempo entre observar a las personas y pedirles ayuda, llegaron unos cuantos soldados para llevarse la jaula y por supuesto, a él o ella, en los hombros. Se le ocurrió una brillante idea cuando iban a mitad de camino, ponerse a saltar encima de la jaula, ¿qué podría salir mal?Ignorando las órdenes de los guardias continuó saltando, provocando que la jaula se cayese por el movimiento y el daño que le causaba a los brazos de los soldados. Al caer se abrió y junto con ella, Ernest salió corriendo en dirección al bosque.

6:45 AM

     El sol comenzaba a salir en el horizonte y los rayos entraban formando una iluminación tenue en la habitación de Ernest; su alarma, que tenía desde las 6:00 AM activada volvió a sonar, esta vez logrando su cometido. El joven decidió levantarse, algo que cada vez le costaba más hacer gracias a sus sueños que, a pesar de ser muchas veces bastante atemorizantes, le resultaba fascinante como podían ser tan reales.

     Unas horas más tarde, luego de ducharse, desayunar, hacer ejercicios en su pequeño gym improvisado y subir dicha rutina a Instagram, decidió salir de casa a almorzar. Pensó en aquel restaurante al que Luciano le había invitado, sin duda había sido una buena experiencia hasta que el pequeño incidente había sucedido. Su sonrisa al recordarlo lo acompañó hasta llegar al sitio, como él no tenía carro tuvo que tomar el autobús que pronto lo dejaría a una cuadra del restaurante. 

     El letrero de "El azulejo" lo saludó y entró al local, observando que a pesar de que era temprano habían varias mesas ocupadas, por mero antojo decidió sentarse en la mesa en la que la "ex novia de Luciano" se había ahogado días atrás y de inmediato un mesero se acercó a él. 

     Sus pensamientos flotaban en millones de cosas, recordaba ciertos sueños que parecían más recuerdos que otra cosa; luego pensaba en la manera extraña que tenía su mánager de tratarlo y de darle órdenes, órdenes extrañas y llenas de reclusión a su persona. No comprendía mucho de lo que había sucedido luego de aquella fiesta, pero todos estos pensamientos fueron opacados por la llegada de su rubia favorita.