III "Soy"

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Del otro lado de la ciudad, el castaño tomaba una corta ducha para vestirse y seguir ensayando, o bueno, eso es lo que pensaban sus padres. Su verdadero plan, era practicar una canción que había escrito y perfeccionado hacía ya un buen tiempo.

Una canción que expresaba absolutamente todo lo que sentía desde que tenía recuerdos de su propio conocimiento. La mayoría de la letra era para su padre, que siempre cortaba sus alas. Pero pronto sería diferente, no tenía idea de cómo, pero las cosas cambiarían... O eso deseaba.

En cuanto salió del baño, tomó la ropa, que ya tenía preparada desde el día anterior, y comenzó a vestirse con calma.

Su ropa era algo... "Normal". Constaba de un pantalón de vestir verde muy obscuro, algo ajustado, no mucho, solo lo suficiente. Una camisa manga ¾ de color blanco. Le gustaba vestirse formal, se sentía superior de esa manera, pero no iría mal vestirse como él quisiera y no con lo que ordenaban.

Ya listo, salió de su cuarto con un semblante vacío, era raro verlo con alguna expresión, pero eso no significaba que no sintiera, de hecho, era muy sensible y no era como que le gustará mucho, pero bueno... Aún sentía algo.

Caminó hacia la sala de estar, donde se encontraba su piano y justo al lado, un estuche que guardaba su ukulele.

Su padre no le había prohibido aprender a tocarlo, pero tampoco se lo había permitido, quedó en un "Ya veremos", sin embargo, a falta de otra alternativa, lo hizo por su cuenta..

Sacó el instrumento y comenzó a afinarlo. Tocaba las cuerdas, escuchaba y entonaba, un proceso corto, pero complicado. Ya con el ukulele afinado, empezó con una leve tonada y un tanto pausada, aún le costaba algo de trabajo tocarla bien, después tomó aire y de su boca salieron lindas oraciones literales, que formaban una canción que le quedaba como anillo al dedo.

Otro de sus deseos reprimidos, poder cantarle a alguien en persona, a alguien que no le gritara, juzgara o detuviera.

Siguió con su canción hasta que el sonido de la puerta se hizo presente. Estaba asustado, realmente le estaba dando un mini infarto, pero al levantar la mirada su mente se tranquilizó un poco, era su madre que portaba un vestido amarillo y entallado.

Era hermosa, de ojos claros, piel dorada y llena de pecas, con un cabello negro y ondulado hasta los hombros. Celaba un poco que lo único que pudo heredar de ella, era su piel dorada y pecosa, también un poco del color verdoso de sus ojos, pero fue combinado con el color miel de su padre, como resultado un color único, pero él no lo veía así.

— Daniel, voy a salir con algunas personas... Quiero que practiques —Se acercó a él y deposito un beso en la mejilla del contrario. Lo quería mucho, aunque no lo demostrara, pues era su hijo, claro —Ah, y oye. Procura no cantar enfrente de tu padre... Sabes cómo se pone.

Dan asintió y siguió con lo suyo, intentando ponerle atención e ignorar la idea de que pasaría si su papá lo viera en ese preciso momento.

Siempre tenía ese alivio, su madre no era muy diferente a él, ambos tenían esa espina en él alma, un dolor insoportable atascado en lo más profundo del corazón, espera... ¿Dolor? ¿Era acaso dolor? No, era rabia, rabia por él camino que había escogido alguien más para ellos, rabia por no tener eso que tanto ansiaban, una silenciosa y en sumisión y el otro sin aún saberlo siquiera, pero su madre ya se había resignado... Él aún no.

Mientras tanto las horas pasaron en él café de LED, nuevamente se demostró porque Xavi era la voz principal del grupo, ensayando una canción tras otra las que iban a tocar, algunos covers y otras originales, como era su costumbre.

El evento comenzaba en breve y aún después de todas las veces que ya habían tocado, se sentían nerviosos, les encantaba, era algo que nunca desaparecía.

The rebels fest- L'étoile de la libertéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora