Epílogo

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El día que Arthur mató a Murray, fue el último día en que lo vi. Lo recuerdo claramente, él estaba parado encima de un auto de policía bailando y sonriendo. Esa noche, de regreso a casa, mi única salvación fue la máscara de payaso, gracias a ella los manifestantes no me hicieron daño. Pero temblaba de miedo y debajo de esa máscara lloraba por ver el infierno, lloraba por haber tenido contacto con el diablo.

Nadie durmió esa noche, escuchaba los pasos de mis vecinos del quinto piso caminar de un lado a otro, las sirenas de la policía, de la ambulancia, las balas de las pistolas. En esa madrugada, la radio mencionó que Thomas y Martha Wayne murieron asesinados en un callejón, frente a su hijo, Bruce. Sentí pena por el niño, me preocupaba qué sería de él o cómo lo iban a proteger.

La ciudad tardó en recuperarse. Aunque todos volvimos a nuestros labores en una semana, tomó cinco meses recuperar lo perdido. El presidente de los Estados Unidos llegó a Gótica y dio una charla abierta, en donde la mayoría de los ciudadanos asistió. Incluyéndome. Aceptaron que había una desigualdad enorme y A, B y C, desaparecieron. Los tres lados dejaron las desigualdades y no tuvieron un nombre en específico. En donde era A, los distritos Rogers, Burnley, Otisburg y más, surgieron. En B salió Hinckley, Coventry y Snyder, y en C salió Bowery, Chinatown, Tricomer y más. Las financias ya no estaban solo en A, bueno, la antigua A, ahora podías encontrar diversos puntos (antes) exclusivos en todo Gótica. De igual forma, luego de tres meses de "la noche de la broma asesina" (que fue como catalogaron aquel jueves en donde Arthur desató el caos), los robos y crímenes no faltaron, pero ya estábamos acostumbrados a ello. El nuevo alcalde supo controlar la ciudad, pero la corrupción lo sedujo y bueno, la cagó. Las personas ya no protestaban, porque la desigualdad había disminuido en un buen porcentaje. Aunque, aún tememos que vuelva a empeorar, por eso cuando haya una nueva elección de alcalde, esperaremos que en verdad esté comprometido con la ciudad y no la destroce.

Respecto a Arthur, las cosas se tornaron un tanto complicadas para mí. Las dos primeras semanas en las que volví a trabajar y a estudiar fueron las peores. Podía controlarme en público, pero cuando volvía a casa lloraba de impotencia. En ese tiempo seguía sintiéndome asqueada, de lo que viví con él y de lo que viví con mi ciudad. Las personas intentaban actuar con normalidad, pero era difícil hacerlo. Muchas veces me había sentido sola y muchas veces había llorado a causa de él, porque no podía desahogarme con mis amigos cercanos o familiares en un inicio. De cualquier forma él nunca sabrá la cantidad de caminos que he intentado tomar. Caminos distintos al sinuoso en el que él me había metido.

La única persona que supo todo fue mi padre y me dijo que lo mejor era asistir a terapia, lo cual hice. Iba al psicólogo dos veces a la semana. Al inicio me costó abrir todas mis emociones, pero con el pasar del tiempo pude contar cada cosa, cada sensación. Me dijeron que yo no tenía la culpa de nada, que no me mortificara por la muerte de Murray, por el caos en la ciudad. Que tuve una buena intención en ayudar a las personas, pero que lamentablemente no debí de hacerlo con él, que no debí de confiar, que debí de conocerlo mejor. ¿Y saben qué?, mi psicóloga tenía razón. No fue mi culpa, él estaba destruido desde antes de conocerme.

Una vez mi psicóloga me preguntó si me sentía preparada de hablar con un policía, para actualizar el registro criminal de Arthut, pues según ella, creía que el episodio que viví en mi casa con él, cuando me sostuvo del cuello y de la cintura con fuerza, sonaba a indicios de abuso sexual. Honestamente yo no lo sentí de esa forma, pero accedí en solo contarle cuando apareció fuera de mi edificio sin haberle dado yo la dirección. Junto con la psicóloga, en una de mis sesiones apareció un doctor de Arkham, este me contó todo lo que Arthur había pasado. Lo habían torturado y violado desde niño, por la pareja de su madre. Penny al parecer, había adoptado a Arthur para hacerle creer a Thomas Wayne que era su hijo. También me dijeron que ella sufría de enfermedades mentales. Cuando pregunté por Penny, me dijeron que Arthur probablemente la habría asesinado, ya que esta se encontraba en un buen proceso de recuperación, pero que de un momento a otro, después de una visita hecha por él, la encontraron muerta, justo el mismo día en el que pasó la noche en mi casa.

Mis sesiones de psicología me recuperaron exitosamente en un año y medio, y me enfoqué más en mi trabajo y estudios con normalidad, pero con el pasar del tiempo, mis miedos volvían. Quemé la carta que me hizo, dejé de escuchar a Sinatra y a Lou Reed en un buen tiempo, y sobre este último, me costó tiempo dejar de relacionar el álbum "Berlin" con Arthur. A veces una idea (media tonta), rondaba por mi cabeza cuando recordaba la canción "Sad Song", sí, sí, esa en dónde menciona a la reina de Escocia, pues la letra que él me había señalado esa noche en la que se quedó en mi casa decía así: "Mirando mi libro ilustrado / Ella se ve como María, reina de Escocia / Ella me pareció muy regia..." y pensaba, "¿y si tenía un libro lleno de fotografías de mi rostro?" "¿Y si en todo ese tiempo siempre me siguió y supo todo lo que hacía?" Y aquella teoría tomaba más fuerza cuando recordé el momento en donde le mencioné que el disco era uno recién comprado y él respondió con un "lo sé".
Solo una vez visité a Murray en su tumba y le dejé unas flores. No volví a teñirme el cabello, dejé que volviera a su color natural, el negro. Me mudé con mi padre, y cada vez que pasaba por el hospital psiquiátrico de Arkham, me quedaba un buen rato observando. Yo, libremente parada en la calle y él, ahí dentro en una de sus frías habitaciones.
Nunca tuve la intención de visitarlo y creo que nunca lo haré.

A veces cuando duermo, me despierto pensando: "¿Y si lo hubiera besado?" "¿Y si hubiera intentado amarlo?" Pero cada vez que esas preguntas rondaban por mi mente, sacudía mi cabeza, porque era una total estupidez. Nada, así haya mostrado un poco de afecto, nada hubiera cambiado los hechos. O a veces, cuando trato de dormir, cierro los ojos y recuerdo el sentir de sus dedos delinear mis brazos, mis piernas, mi rostro. Recuerdo esa noche, en la que no hicimos nada más que dormir uno frente al otro. Sus ojos, de color verde y su mirada a veces vaga por mi mente, su perfil al caminar, tan delgado, tan blanco y sus cabellos castaños también aparecen en mis pensamientos. Pero abro los ojos y me siento en la cama, asustada, respirando rápidamente. Aunque mis sesiones de terapia hayan salido exitosas, nada iba a quitarlo de mi mente.

Cuando voy a ver a los niños en el hospital, y los payasitos realizan sus shows, trato de ocultar el miedo. Cuando camino después del trabajo o después de la universidad, de regreso a casa, volteo constantemente porque tengo miedo que él pueda estar siguiéndome, aún así sabiendo que él está encerrado en Arkham. El miedo de pensar que pueda escapar y encontrarme me incomoda y asusta, porque no sé de lo que sería capaz de hacerme.

Eso es todo lo que tengo que decir con respecto a Arthur Fleck y yo, Caroline Jones, la mujer que solo quería ayudar a las personas a intentar cambiar su ciudad, pero que terminó en todo lo contrario.

Creo que decir que sentí pena, es mejor a decir que sentí cosas más afectuosas. Pero, después de lo contado, ya todos ustedes tendrán una idea sobre lo que he sentido.

Arthur.

Arthur «Arthur Fleck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora